Dedicado a los recolectores de lunitas.Dos semanas después de haber sido aceptado su traslado a Yokohama, el detective Chuuya Nakahara se presentó media hora antes de su cita con el comisario Mori en la oficina central de la policía.
En su estómago mil mariposas revoloteaban en una mezcla de expectación y nerviosismo ante la seguridad de que, daba igual el brillante expediente de casos resueltos que a sus veintisiete años ya poseía, sabía que iba ser evaluado por su nuevo jefe y, sobretodo, por sus compañeros.
Aunque lo último no era quizá preciso pues no le inquietaban los policías que serían sus subalternos, sino alguien en concreto, alguien que era la perla de los detectives no solo de Yokohama, sino de todo Japón y cuya fama infalible era conocía incluso entre la interpol.
Chuuya había pedido empezar casi desde cero en Yokohama solo por tener la posibilidad y el honor de trabajar con esa leyenda viva: Ryunosuke Akutagawa.
Aparte de su objetivo de mejora profesional, estaba la sombra de viejos fantasmas que debían de dejar de susurrarle durante las noches en vela.
Así pues, con su mejor traje, tras haber ido el día anterior al peluquero y a hacerse la manicura, Chuuya esperaba que la bella policía de recepción, cuyo nombre se podía leer en la placa identificativa, Ichigo Higuchi; se dignase a hacerle caso, pues llevaba más de cinco minutos ante su mesa sin que su nueva compañera apartase su atención de la llamada telefónica en curso.
—Sí, imooto, hoy le he preparado unas galletas con almendras e higos secos. He estado toda la noche despierta horneando varias docenas hasta que me han salido unas tan perfectas como las de la foto de la revista de cocina donde descubrí la receta. Sí, sí, las otras te las puedes comer tú, aunque si noto que a senpai le gustan, pues tengo todas mis esperanzas puestas en que me de las gracias por el detalle, prepararé varias docenas más para mañana.
Chuuya observaba como la joven jugaba con un mechón que se había escapado de su recogido formando un bucle alrededor de su dedo anular izquierdo, como apretaba con fuerza el auricular, como sus ojos brillaban al hablar de con que dedicación había preparado las galletas.
No había que ser muy listo para deducir que el destinatario era alguien a quien ella quería impresionar porque le gustaba, y mucho, por como se mordisqueaba el labio inferior mientras escuchaba la respuesta de su hermana pequeña.
Chuya no pudo evitar sentir simpatía hacia la chica, aunque no le estuviese haciendo el menor caso, pues el amor nos convierte a todos en idiotas. A él el primero.
Estaba empezando a temer si al final iba a llegar tarde a su cita con el comisario cuando la puerta del despacho del fondo se abrió y un hombre de unos cuarenta años, con el cabello negro algo descuidado, cara de cansancio pero una gran sonrisa que irradiaba seguridad acompañaba a un dama muy elegante hacia la salida.
Chuya reconoció en el acto al comisario Mori y, dando un pequeño golpe con los nudillos en la mesa de Higuchi, la avisó de que el jefe se acercaba.
Al verle, Higuchi colgó precipitadamente y, tras intercambiar pequeña reverencia de agradecimiento hacia Chuuya, volcó toda su atención en el documento de word que tenía abierto en su ordenador.
—No se preocupe, Ms. Mitchell —le iba diciendo el comisario a la dama mientras se acercaban donde estaban ellos. — Nuestro experto en seguridad ha comprobado que las medidas adaptadas en la cámara del tesoro del banco son imposibles de romper, además que todos mis hombres están volcados en la detención de ...—Justo en ese momento Mori se fijó en el joven pelirrojo delante de la mesa de Higuchi y su sonrisa, falsa acogedora delante de Ms. Mitchel, se volvió verdaderamente sincera. —Pero si ha llegado el detective Nakahara. —Resuelto se acercó a donde él sin dejar de caminar al lado de la dama y le estrechó la mano con una fuerza tal que Chuuya quedó muy sorprendido por lo inesperado. —Bienvenido de nuevo a Yokohama.
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Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.
FanfictionEl detective Chuuya Nakahara vuelve a su ciudad natal Yokohama con la confianza plena de atrapar a la banda de ladrones de guante blanco que juegan al rato y al gato con el famoso detective Akutagawa. Quizá él mismo sea la joya más tentadora de ser...