CAPÍTULO 3

562 29 0
                                    

Christian empieza acaminar y yo lo sigo al lado suya. 

Se mete las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero a la vez que me pregunta: -¿Eres nueva, verdad?

-Si. En esta universidad y en la ciudad. Solo llevo viviendo aquí un mes. -respondo. 

Asiente. 

-¿Y porque decidiste mudarte aquí? 

-El trabajo de mi padre, lo necesitaban aquí. -digo.

-¿Vives con tus padres? 

-Solo con mi padre. -respondo brusca. Me molesta pensar en mi madre y creo que él lo nota.

Asiente. 

-¿Tu vives solo? -le pregunto. 

-Ya no. Me estoy mudando con un amigo a una nueva casa. Brock, ya lo conoceras. 

-Bien. 

Caminamos en silencio unos minutos. 

-Ya estamos aqui. 

Se para delante de una puerta cerrada con un cartel pegado donde se puede ver la palabra "secretaría". 

Christian abre la puerta y me deja pasar a mi pimero. Le muestro una pequeña sonrisa como agradecimiento. 

Él entra después de mi y cierra la puerta. 

Hay una mesa grande y negra en medio de la habitación, pintada totalmente de blanco. En la mesa logro ver muchos papeles bastante desordenados. Una mujer esta sentada detras de ella, de mediana edad, y rebusca entre los papeles bastante apresurada.

Me acerco a ella, aunque no parece notar mi presencia, tiene luna gafas pequeñas por la mitad de la nariz, típico de abuela. 

-Buenos días. 

La mujer me mira por encima de las gafas. Noto como Christian se coloca al lado mía. 

-Buenas. -dice ella- ¿que quieres? 

-Soy Franshesca, vengo por mi horario y mis libros. 

Asiente y vuelve a ponerse a rebuscar entre una montaña de folios. 

Christian al lado mía no pronuncia palabra. 

-¿Harms, Franshesca Harms? -pregunta la secretaria.

-Si. 

-Aqui tiene su horario. Los libros están en la aquella sala. -Señala la puerta cerrada que hay en la habitación.

-Bien, gracias. 

-Ve y cógelos, te espero aquí. -dice Christian. 

Asiento y me dirijo a la puerta. Escucho comohablan Christian y la mujer antes de abrir la puerta y entrar en la habitación. 

Hay varias montañas de libros con carteles con nombres puestos encima de ellos. Me acerco a ellos y busco el mío. 

Cojo la montaña de libros y dejo el cartel con mi nombre donde antes estaban los libros. 

Me dirijo a la puerta y la abro como puedo, son demasiados libros. Salgo de la sala y cierro de la habitación. Veo como Christian termina de hablar con la mujer y me mira a mi. 

Me acerco a él. 

-¿Has terminado ya? 

-Si. -responde- ya nos podemos ir.

Asiento.

-Déjame ayudarte. -dice al tiempo que coge más de la mitad de los libros que cargo.

-No hace falta que carges tanto... -me corta. 

Las apariencias engañan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora