Al final acabamos bailando un rato, y cuando nos dimos cuenta ya eran casi las cuatro de la mañana.
-Deberíamos irnos. -le digo.- es tarde.
-Esta bien.
El local sigue igual de lleno, o incluso puede que más.
Dominic agarra mi mano y nos hacemos paso entre la gente para llegar a la salida.
Cuando llegamos a la puerta Dominic la abre y pasamos por delante de los hombres de antes.
Empezamos a andar, ya con las manos separadas, hasta el coche.
Mientras andamos se me ponen los pelos de punta. Hace frío. Me abrazo yo misma.
Dominic me mira y parece que nota que tengo frío.
Se quita la chaqueta y me la da.
-¿No tienes frío?
-No, ponte la tú, Frankie.
-Gracias.
Asiente en modo de respuesta.
Llegamos a su Lamborghini negro y me abre la puerta del copiloto.
Subo, le agradezco y el cierra la puerta.
Se monta en el asiento de conductor y arranca el coche.
-¿Dónde es?
-Te guío. Jira a la derecha. -le indico.
Suena música de fondo mientras me lleva a mi casa.
Charlamos de tonterías e incluso me río a carcajadas varias veces.
Veo como me mira de reojo, una de las veces, y sonríe cuando me ve reírme.
-Es aquí.
Asiente y para el coche.
Bajo del coche y cierro la puerta. Rodeo el coche hasta llegar a su puerta.
Llamo a su ventanilla y el la baja.
Apoyo mis brazos en la ventanilla y me agacho un poco. Ahora mismo tengo el culo bastante para atrás.
-¿Quieres pasar? -pregunto.
El coche de mi padre no esta. Así que él tampoco.
-¿Tu quieres? -pregunta.
Sonrío.
-Además tengo tu chaqueta todavía, y aquí hace frío, no me la pienso quitar para darte la.
Sonríe pícaro.
Quito mis brazos y me pongo derecha.
Él sube la ventanilla y abre la puerta. Sale y cierra el coche.
Empiezo a caminar hacia mi casa y Dominic me sigue al lado mía. Con su típico andar despreocupado y las manos metida en sus vaqueros.
Saco las llaves de mi bolso y las introduzco en la cerradura. Abro y le hago pasar. Yo cierro la puerta detrás de mi.
-¿Quieres algo? -pregunto.
-Agua, por favor -dice.
Asiento y voy a la cocina. Miro el reloj, las cuatro y media de la madrugada, mañana voy a ser un zombi. Cojo agua de la nevera y sirvo dos vasos.
Entro en el salón y veo a Dominic sentado en el sofá con el mando de la tele en la mano mientras pasa canales.
Le doy el vaso, el me lo agradece y le da un trago. Yo doy otro. Dejo mi vaso en la mesa.
ESTÁS LEYENDO
Las apariencias engañan
Non-FictionFrankie lleva una vida normal, o eso es lo que todos piensan. Pero su cuerpo cubierto de tatuajes, que no quiera dar demasiada información sobre ella y su pasado, es extraño. Ella tenía todo bajo control hasta que aparecieron. Ahora su fachada esta...