CAPÍTULO 10

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Al final acabamos bailando un rato, y cuando nos dimos cuenta ya eran casi las cuatro de la mañana. 

-Deberíamos irnos. -le digo.- es tarde. 

-Esta bien. 

El local sigue igual de lleno, o incluso puede que más.

Dominic agarra mi mano y nos hacemos paso entre la gente para llegar a la salida.

Cuando llegamos a la puerta Dominic la abre y pasamos por delante de los hombres de antes. 

Empezamos a andar, ya con las manos separadas, hasta el coche.

Mientras andamos se me ponen los pelos de punta. Hace frío. Me abrazo yo misma. 

Dominic me mira y parece que nota que tengo frío. 

Se quita la chaqueta y me la da. 

-¿No tienes frío?

-No, ponte la tú, Frankie.

-Gracias. 

Asiente en modo de respuesta. 

Llegamos a su Lamborghini negro y me abre la puerta del copiloto. 

Subo, le agradezco y el cierra la puerta. 

Se monta en el asiento de conductor y arranca el coche. 

-¿Dónde es?

-Te guío. Jira a la derecha. -le indico. 

Suena música de fondo mientras me lleva a mi casa. 

Charlamos de tonterías e incluso me río a carcajadas varias veces. 

Veo como me mira de reojo, una de las veces, y sonríe cuando me ve reírme. 

-Es aquí. 

Asiente y para el coche. 

Bajo del coche y cierro la puerta. Rodeo el coche hasta llegar a su puerta. 

Llamo a su ventanilla y el la baja. 

Apoyo mis brazos en la ventanilla y me agacho un poco. Ahora mismo tengo el culo bastante para atrás. 

-¿Quieres pasar? -pregunto. 

El coche de mi padre no esta. Así que él tampoco. 

-¿Tu quieres? -pregunta. 

Sonrío. 

-Además tengo tu chaqueta todavía, y aquí hace frío, no me la pienso quitar para darte la. 

Sonríe pícaro.

Quito mis brazos y me pongo derecha. 

Él sube la ventanilla y abre la puerta. Sale y cierra el coche.

Empiezo a caminar hacia mi casa y Dominic me sigue al lado mía. Con su típico andar despreocupado y las manos metida en sus vaqueros. 

Saco las llaves de mi bolso y las introduzco en la cerradura. Abro y le hago pasar. Yo cierro la puerta detrás de mi.

-¿Quieres algo? -pregunto.

-Agua, por favor -dice.

Asiento y voy a la cocina. Miro el reloj, las cuatro y media de la madrugada, mañana voy a ser un zombi. Cojo agua de la nevera y sirvo dos vasos. 

Entro en el salón y veo a Dominic sentado en el sofá con el mando de la tele en la mano mientras pasa canales. 

Le doy el vaso, el me lo agradece y le da un trago. Yo doy otro. Dejo mi vaso en la mesa.

Las apariencias engañan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora