CAPÍTULO 20

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-¿Se puede saber por qué coño me has abofeteado, Amanda? -digo seria y llena de enfado.

-¡Te lo tenías bien merecido! ¡No debiste haberte enrollado con mi chi...!

La corto antes de que siga hablando agarrando en cuello de su camisa y atrayéndola hacia mi. Nuestros rostros quedan muy cerca y noto como traga saliva cuando la miro directamente a los ojos.

-No es a mi a quien pertenece esta bofetada. Yo no tengo pareja ni he sido infiel a nadie. -le susurro contra su rostro para que solo ella me escuche- es él quien no te ha respetado, yo no lo oblige a nada. Ya es hora de dejar de defender a quien te ha puesto los malditos cuernos en vez de echar toda la culpa a la otra persona. Él te fue infiel, no yo.

Le suelto el cuello de la ropa y ella se tambalea hacia atrás.

Con toda esta movida tengo el estómago cerrado. Así que cojo mi mochila y la bandeja, esta última la tiro y con la mochila colgandome del hombro me dirijo a la salida.

Abro la puerta y salgo del comedor. Me dirijo a la puerta y salgo de la universidad. Me apoyo en el muro y saco un cigarrillo de la cajetilla. Lo apoyo en mis labios y rebusco en la maleta el mechero.

No lo encuentro.

Suelto una maldición cuando recuerdo que me lo deje en el asiento del copiloto de mi coche. Y ahora mismo tengo las llaves guardadas en mi taquilla.

Escucho como la puerta se abre y miro en esa dirección con el cigarro sin encender todavía en mi boca.

Hablando del rey de Roma.

Christian se acerca a mi.

Enarco una ceja en su dirección. Ahora mismo no tengo ganas de hablar con él.

Él mete la mano en su bolsillo y saca un mechero. Christian enciende mi cigarrillo y yo le agradezco.

-Te estaba buscando. -confiesa cuando expulso el humo de mi boca.

-Creo que ''tu chica'' también te estará buscando. -le digo. 

Él me mira confuso cuando le hablo de Amanda, conocida por todos como Amy. 

-¿De quien estas hablando? 

-De la chica que hace unos minutos me ha pegado una bofetada delante de toda la cafetería porque se ha enterado de lo que paso entre nosotros el sábado. Alegando que soy la chica con la que ''su chico'' le ha puesto los cuernos. Conocida por todos por el nombre de Amy. -añado al final. 

-¿Amy ha dicho que soy su chico y te ha pegado una bofetada? -dice atónito. 

Asiento e inhalo el humo de mi cigarro. 

-Pero si no somos nada, nunca lo hemos sido, puede que nos enrolláramos, e incluso algo más, debo admitir, pero nunca fuimos más. 

Tiro el cigarro al suelo y lo piso con mi bota. Levanto la vista y levanto la mirada en su dirección. Me recoloco la mochila en mi hombro antes de hablarle. 

-Christian, no es a mi con quien te tienes que excusar o explicar, o lo que sea, tampoco nosotros somos nada. 

Dicho eso camino hacia la entrada de la universidad y entro cerrando la puerta tras de mi, dejando a Christian solo allí fuera. 

La campana esta apunto de sonar pero los pasillos aun están desiertos.



Cuando por fin termina la última clase salgo acompañada de Miranda. Nos encontramos con Shantel minutos después cuando vamos en dirección a mi taquilla. Esta hablando con Brock, un tipo alto, muy musculoso y muy varonil. Tiene el pelo largo y rubio. 

Mi amiga parece embobada con él. Y el amigo de Christian esta igual, aunque noto que disimula algo mejor, ya que creo que estoy a punto de ver a mi amiga babear mientras lo mira. 

¿Cómo puede ser una sola persona, y actuar tan distinto en cada ocasión? 

Ellos dos se despiden y Shantel se dirige hacia nosotras con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Hola chicas!

-Alguien esta contenta hoy. -susurro pícara. 

-Y alguien graciosilla. -me la devuelve.

Las tres soltamos los libros que no vamos a necesitar hoy en la tarde y cerramos las taquillas. Las tres nos dirigimos a la salida de la universidad entre el gentío. 

Abro el Cadillac y me subo al asiento del copiloto. Antes de que Shantel se siente en el copiloto agarro mi mechero, olvidado esta mañana allí, y lo guardo. 

Shantel se sienta en el copiloto y Miranda en el asiento de atrás. Hoy almorzaremos todas en casa de Miranda, donde también esta su hermano Luck. 

No se nada de Christian desde que me despedí, más o menos, de él al final de la hora de la comida.

Tampoco lo veo cuando salgo del recinto de la universidad. Las chicas hablan de cosas triviales aunque yo no hago mucho por integrarme en la conversación.

Me concentro más en la carretera y en la canción que suena ahora mismo en la radio.

Llegamos a casa de Miranda y aparco el coche. Las tres bajamos y cogemos nuestras mochilas. Le pongo el seguro al coche mientras ellas se encaminan a la entrada de la casa. 

Yo voy a unos pasos por detrás de ellas. 

-¡Luck! -grita Miranda cuando entramos las tres -¡Ya llegamos!

Unos segundos después recibimos como respuesta un grito desde arriba. 

-¡Ahora bajo! 

Escuchamos ruidos arriba mientras nos quitamos las chaquetas y dejamos las mochilas en un lado. 

Luck baja y veo que tiene el pelo mojado. Supongo que se habrá duchado hace poco. 

-Hola guapísimas. -dice. 

Besa la coronilla de su hermana, bastante más baja que él, y a nosotras dos un beso en la mejilla. 

-Hola, Luck. -saludo. 

-Hoy salí temprano y me ha dado tiempo a preparar la comida y ducharme, así que podemos empezar a comer en cuanto queráis. 

Los cuatro almorzamos entre risas y chistes. Mes siento genial rodeado de ellos y por unos minutos me olvido de todos los problemas que tengo encima ahora mismo. 

Luck y yo recogemos la mesa mientras las chicas preparan algo de helado de postre.

Luck enjuaga los platos y yo los meto en el lavavajillas. 

Una de las veces el me agarra la mano y yo lo miro a los ojos. 

Tiene el ceño fruncido y por eso se que le preocupa algo. 

-Suéltalo ya, Luck, se que vas a decirme algo. -le digo. 

-El sábado... ¿todo salió bien? -pregunta.

-Todo lo bien que pudo salir, Luck. Fue algo demasiado imprevisto, pero no salió demasiado mal.

-¿Y tú estas bien? ¿Saliste herida? 

Meto otro plato en el lavavajillas antes de contestare.

-Tengo algún que otro moretón, pero nada muy importante, no te preocupes. 

Asiente. 

-Ten cuidado, ¿vale? Eres demasiado valiosa para que te pase algo, además seria una gran tragedia, Frankie. 

Sonrío mirando en su dirección. 

-Sabes que siempre lo tengo, Luck, y sí, lo se bien.

Minutos después terminamos de recoger la cocina.

-Vámonos con las chicas, ya estamos tardando. 

Asiento y los dos salimos de la cocina en dirección al salón. Todos nos comemos el postre mientras hablamos de cosas triviales. 

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JULY

Las apariencias engañan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora