Julia abrió la puerta de su apartamento con lentitud y temor.
Y al hacerlo deseó no haberlo hecho nunca.
Esa misma mañana, Alba había ido a su despacho como cada mañana. Tal vez más pronto de lo habitual. Se había pasado la noche dando vueltas en la cama de lado a lado, esperando a que el móvil sonara. Que Julia le dijera que habían encontrado a Natalia y que estaba bien. Pero el teléfono no sonaba y las uñas ya habían llegado a su límite mínimo. Sintió la premura de ser ella la que llamara. Pero su ego herido se lo impedía, con la ayuda del estúpido orgullo.
Estaba tan preocupada por Natalia que aún sin saber que le pasaba se cambiaría por ella sin dudarlo. Había sido una completa estúpida por haber huido de Natalia, cuando más la necesitaba y es que Alba había olvidado que Natalia ante todo era su amiga. Siempre. Eso decía el tatuaje que ambas llevaban en la muñeca y que Alba no había dejado de acariciar toda la noche. Como si eso fuera a proteger a Natalia de cualquier mal ajeno.
Marta también había salido temprano del apartamento. Tras su despido Marta había estado acudiendo a clases de interpretación. La chica había apostado todas sus carta a aquello que verdaderamente le hiciera feliz y nada más ser despedida Marta no dudó en que aquel arte era lo suyo.
Pasaba prácticamente toda la mañana allí. Con gente que compartía sus sueños, sus inquietudes, sus problemas. Y Marta nunca había sentido que encajaba tanto como allí.
Cuando salía del local en el que se inpartían las clases siempre encontraba a Damion que pasaba por ahí "accidentalmente" y que ambos aprovechaban para comer juntos.
Cuando tanto Alba como Marta se fueron del apartamento solo Marilia quedaba allí, pues Julia había dormido en el apartamento de Natalia.
Ese día Marilia no tendría que entrar a trabajar hasta la tarde. Tenía una sesión de fotos para una importante agencia y quería estar todo lo descansada posible. Las anfetaminas le daban un aspecto más delgado pero también se estaban llevando la juventud de Marilia a pasos agigantados.
Pero su sueño no se prolongó mucho más pues el timbre impaciente la despertó bruscamente.
Marilia se levantó a regañadientes. Se frotó los ojos y aun así no fue capaz de adivinar de quien se trataba solo con mirar por la mirilla. Pensó que tal vez era alguna de sus compañeras de piso que se había dejado las llaves de casa en el apartamento. Era más común de lo normal que aquella situación se sucediera. Asi que abrió. Y su sorpresa fue tal que no le hizo falta frotarse más los ojos para abrirlos de una vez.
—Vaya vaya, ¿Te he despertado?—Preguntó una voz que a Marilia hizo que se le erizara el pelo de todo el cuerpo.—¿Puedo pasar?—Preguntó el chico dando un paso al frente sin dejar que la chica respondiera.—Bonita casa.—Dijo adentrándose en el apartamento ante la atenta mirada de Marilia.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres?—Preguntó atemorizada Marilia.
—He venido a hacerte una visita, ya sabes, órdenes de arriba.—Dijo el chico que seguía inspeccionando el apartamento de Marilia.
—Tienes que irte, mis amigas pueden venir en cualquier momento.—Dijo Marilia acercándose al chico y agarrándole por un brazos.
El chico chasqueó la lengua y se giró para mirar a Marilia a la cara.
—Si me das el dinero me iré y te dejaré a ti y a tus amigas.—Dijo el chico mirando a Marilia con sus penetrantes ojos verdes.
—No tengo el dinero.—Respondió Marilia dando un paso atrás. Pero el chico fue más rápido y volvió a acercarse a ella.
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Cien maneras de mirarte
FanfictionSeguramente todos hayáis visto alguna vez un arcoiris. ¿Pero acaso sabe alguien donde empieza y donde acaba? Lo mismo pasa con el bien y el mal. ¿Quién pone los limites de lo que es justo y lo que no? ¿Quién tiene la capacidad moral para decirte si...