Capítulo 53

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La primera noche tras la confesión de Carlos, Julia no pudo dormir.

Lloró durante horas. De rabia al principio, de incertidumbre después.

No entendía porqué se sentía como si hubiera perdido al amor de su vida cuando verdaderamente había sido él el que la había perdido a ella.

Eran las tres de la mañana.

Llovía a mares pero Julia no quería cerrar las ventanas. Se ahogaba en su soledad, en sus pensamientos cada vez más enredados y confusos. Se ahogaba como lo hacían las aceras en la calle.

No era justo lo que Carlos había hecho con ella, dejar sobre ella el peso de la decisión de si quería o no reconstruir lo que él con sus propias manos se había encargado de destruir.

Y al mismo tiempo a Julia le atravesaban dudas. No de sus sentimientos, si no de lo que debía o no hacer.

Y es que a Julia siempre le había costado elegir entre lo que debería hacer y lo que quería hacer. 

Julia tenía 20 años cuando se fue de casa de sus padres. 

Había estado trabajando en la cafetería de los padres de su amiga Noelia hasta recaudar el dinero suficiente para poderse permitir un habitación en aquel pequeño apartamento en un barrio no muy atractivo. 

-¿Estás segura?- Preguntó Noelia una noche tras el turno de la morena.

Julia conocía a Noelia de toda la vida. Los padres de Julia siempre habían sido grandes amigos de los de Noelia. Y aquello no era de extrañar pues los padres de Julia tenían amigos en los lugares más insospechados de la tierra.

Julia envidiaba a su amiga. Envidiaba la normalidad y simpleza de su amiga, la humildad en la que se manejaba y no en las apariencias fingidas y en la lujosidad en la que Julia estaba acostumbrada a vivir.

-No, pero no me queda otra si quiero tener vida propia.- Dijo Julia mientras llevaba a la cocina la última bandeja de vasos.

La morena sabía que si no se iba de casa, si no ponía distancia con su madre no podría ser nunca independiente.

-¿Y qué vas a hacer?- Preguntó Noelia sentada sobre la encimera de la cocina. 

-Pues supongo que trabajar aquí hasta que me saque la carrera y pueda trabajar de abogada.- Dijo Julia que se disponía a lavar los platos sucios sobre la pila. 

-¿En el bufete de tus padres?- 

-No, no pienso seguir los pasos de mi hermano.- Dijo Julia convencida.- A demás, voy a vivir con Alba, no es como si me fuera yo sola a la otra punta del país, me quedaré aquí, en Madrid, pero lejos de las garras de mi madre.-

-¿Lo saben ya tus padres? Conociendo a tu madre estoy segura de que no va a dejarte ir de casa sin consecuencias...- Dijo Noelia preocupada por su amiga. 

-Lo sé... Pero ya no hay nada que pueda impedirme, soy mayor de edad.- Dijo Julia que aún recordaba como su madre había dejado de pagar sus clases de piano. 

-Sabes que si algo sale mal, puedes contar conmigo.- Dijo Noelia que no estaba convencida del éxito del plan de su amiga.

-Lo sé, tengo mucho que agradecerte a ti y a tus padres, por haberme abierto las puertas de par en par.- Dijo Julia que siempre les estaría agradecida por lo que habían hecho por ella. 

-Bueno... Hasta que se enteren de que tus padres no saben ni siquiera que trabajas...- Dijo Noelia.

-Ni se van a enterar, se piensan que estoy en casa de Alba estudiando.- Dijo Julia convencida de que si sus padres supieran que estaba trabajando en el bar de su amiga se negarían en redondo. 

Cien maneras de mirarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora