Capítulo 67

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Estaba borracho. Tal vez más de lo que sintió cuando salió de aquel bar del brazo de una morena.

Pero al llegar al apartamento, al subir las escaleras, la vio y sonrió.

Porque ellas eran su familia.

-¿De qué te ríes?- Preguntó Julia viendo quieto a Carlos en el umbral de la puerta.

-Oh, no me reía, es que he subido corriendo las escaleras.- Mintió Carlos.

La morena  examinó la figura de Carlos unos instantes. Aprobando su compostura.

-Pasa, está arriba.- Dijo Julia haciéndose a un lado.

-¿Y qué es lo que le pasa?- Preguntó Carlos mientras se quitaba la chaqueta y avanzaba piso arriba.

-No tengo ni idea, Natalia dice que seguramente le estén saliendo los dientes y que puede ser que por eso se queje.- Dijo Julia siguiendo al chico.

El chico asintió y continuó su camino hasta la habitación de la que procedían llantos desconsolados.

-Mi pequeña.- Dijo Carlos cogiendo a su hija en brazos pero sin poder amainar el ritmo de sus gritos.- Déjame que te vea.- Dijo el chico levantando el labio superior de la niña y examinando el interior de su boca. La niña no se lo puso fácil a su padre y continuó gritando desconsoladamente una y otra vez.- Sí, son los dientes.- Afirmó Carlos mirando a la morena.- ¿Ves esta manchita blanca de aquí, justo encima de la encía?es un brote.- Dijo señalando el lado superior de su boca de donde se veía la incipiente salida de un primer y frágil diente.-¿Te ríes?- Preguntó extrañado mirando a la joven.

-Es que... Pareces tan experto...- Dijo Julia con una leve sonrisa dibujada en su rostro.

-Intento ser lo mejor que puedo.- Dijo Carlos acercándose a la morena.

-Lo sé.- Respondió la morena correspondiendo el paso del chico con otro que acercara aún más sus cuerpos.

Pero el llanto de la niña no iba a permitir que sus padres tuvieran el placer de sincerarse o incluso de la intimidad.

-¿Y qué hacemos? ¿Se te ocurre algo?- Preguntó Julia rascándose la nuca.

-El mordedor de agua.- Dijo el chico señalando el juguete sobre la mesita de noche de Julia.- Mi madre solía meterlo en el congelador para mí, me lo ponía sobre las encías y la verdad es que funcionaba.- Confesó el chico.

-Voy a meterlo en el congelador entonces.- Dijo la morena cogiendo el mordedor de encima de la mesita y saliendo de la habitación.

Tal vez era la poca luz o quizá el alcohol pero sentía que las paredes se movían a su alrededor.

-Vamos a tumbarnos aquí un poco, ¿Vale pequeñaja?- Dijo Carlos hablándole a su hija mientras se tumbaba sobre la cama de la morena.

El alcohol comenzaba a hacer estragos en él y no estaba dispuesto a que aquello perjudicara la reputación de su papel como padre.

Dejó a la niña en el centro de la cama y se tumbó a su lado.

Pero la pequeña no iba a dejarle descansar, por lo menos no hasta que encontrara una solución para a su problema de dientes.

La morena no tardó en subir de nuevo a la habitación.

-Tardará un poco en enfriarse.- Aclaró la morena que acababa de meter el mordedor de su hija en el congelador.

-Bien, mientras tanto solo nos queda esperar.- Dijo Carlos levantándose de la cama.

-Oh, no te ofrecido nada, ¿Quieres tomar algo? Supongo que tendremos cerveza en la nevera.- Dijo la morena.

Cien maneras de mirarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora