26: No confíes en nadie.

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No dude en abrir mis ojos cuando por fin había despertado de aquel trance

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No dude en abrir mis ojos cuando por fin había despertado de aquel trance. Me encontraba atado de manos y piernas a la vista de un agujero de gusano de color carmesí, en frente de mí se encontraban ambos rubios inconscientes, fue realmente asqueroso ver a tantos demonios rodeando nuestro alrededor, viendo con claridad todo que sucedería.

Me sentía mareado y muy adolorido, ahora entendía la advertencia que me había dado Felichie ante entrenar tanto, aunque también parecía ser que me habían electrocutado con alguna herramienta o arma futurista.

— Pequeño Pino, se ve que ya despertaste, estamos muy emocionados de mostrarte el final del mandato Cipher. Tuviste la oportunidad de unirte a mí, pero ahora morirás en la peor dimensión. — Hablo en voz alta el rombo plateado dando una risa maléfica.

Habían acercado el rostro de Bill y Félix hacia el portal aunque estos no tenían idea alguna de lo que sucedía.

— Aguarda un momento, haré lo que pidas, no los mates aún. — Todos habían volteado a ver la respuesta del rombo.

— ¿Qué podría querer de ti? — El rombo plateado sonrió pasando por un momento por la oscuridad de la habitación convirtiéndose en aquel enmascarado.

— Romperé el corazón del demonio más despiadado, podrás ver la magnífica cara de alguien arruinado emocionalmente. ¿Acaso quieres una victoria más insuperable que esa? — Baje lentamente mi mirada hasta tener la vista en el portal.

La multitud de demonios quedó en silencio ante tal característica declaración, varios murmullos llegaron a mis oídos.

— Es gratificante, muy ingenioso y malévola.

— ¿Matar ya paso de moda?

— La ruptura de sentimientos es una sensación perfecta de desilusión.

Ante tantos comentarios entre otros de aprobación y desaprobación el rombo ahora siendo un pelinegro aplaudió haciendo que cesarán los murmullos.

— Bájenlos. — Fue lo único que Musitó para darse la vuelta. — Lleven a los Cipher a la segunda planta, vigilen a Pines y no dejen que escapé. Bola ocho, Dientes, no me fallen. — La gran multitud de demonios había dejado la habitación a excepción de los mencionados.

Suspire para ver el cómo se llevaban a Bill y a Félix, sentí como mis manos eran desatadas aunque termine cayendo hacia atrás golpeando mi cabeza con fuerza al suelo, mi cuerpo estaba paralizado y mi cabeza daba vueltas, sin mencionar el repentino dolor de cabeza producido por el golpe. Intentaba concentrar mi mente, pero apenas podía distinguir las cosas, todo se volvía borroso y mi nariz goteaba.

La plena oscuridad en la que me había sumergido era tan silenciosa, no sentía absolutamente nada ni siquiera el propio suelo. Al abrir mis ojos con sorpresa observé una galaxia entera, llena de colores vibrantes originados por los millones de estrellas que formaban una onda óptica de la luz que emanaban dando sus colores característicos como el rojo, rosa, azul y morado.

¿Quién Eres? | 𝙱𝚒𝚕𝚕𝚍𝚒𝚙 - (𝚃.𝟷)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora