Capítulo 13

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–¡Mamá! ¡Papá! –exclamé. Corrí a abrazarlos.

—Hola, mi niña –habló mi padre.— ah, cuanto te extrañaba.

—¿Por qué no avisaron que venían? Esto es una gran sorpresa.

—Si avisamos, le avisamos a Mateo y Kristal, pero la sorpresa nos la llevamos nosotros cuando nos enteramos que tienes novio –dijo mi madre.

Oh no.

—Si... sobre eso... –me interrumpió.

—Ya hablamos con él –miró de reojo a Alessandro.— no nos fascina la idea, pero es algo que tenía que pasar.

¿Quién es esta mujer y que ha hecho con mi madre?

—Pero ni creas que te vas a salvar de nuestro interrogatorio –añadió. Hablé demasiado rápido.

—Nosotras vamos a buscar la comida, mientras ustedes chicos arreglen la mesa –habló mi tía.

—Si, señora –dijeron al unísono.

En eso sonó el timbre.

—Artemisa, ve a ver quien es.

Asentí y caminé a la entrada. —¡Sam! –exclamé cuando abrí la puerta.

—¿A poco te acuerdas de mi? Digo, con el abandono que me has dado.

—No seas tonta, idiota –la abracé.— es que he tenido la cabeza en un millón de cosas.

—Te perdono sólo porque quiero ver cuando tu padre y tu tío golpeen a tu guapetón–caminamos al comedor

—¿Cómo sabes qué... ?–me interrumpió.

—Kristal me llamó y me invitó a la cena, y también me contó de que tus padres volvían, no podía perderme este espectáculo... buenas noches a todos –dijo cuando llegamos al comedor. Todos estaban sentados con la comida servida. Vaya hambre.

—Buenas noches –dijeron todos.

Me senté al lado de Alessandro. Sam se sentó junto a Nate.

La cena transcurría tranquila, demasiado para mi gusto, no era normal que mi padre y mi tío estuvieran tan tranquilos viendo a Alessandro a mi lado. Teniendo en cuenta lo celosos que eran conmigo, no hubieran permitido que me sentara a su lado.

—Y bien, ¿Cuáles son tus intenciones con mi hija, jovencito? –preguntó mi madre.

—Hacerla feliz, estar con ella todo el tiempo que pueda... y ya lo demás lo definirá el destino –respondió tranquilo.

—Esto es ridículo, sinceramente –habló Nate.

—Silencio –dijo mi tío.— no te involucres en asuntos ajenos, Nate.

—No son ajenos cuando se trata de... –mi tía lo interrumpió.

—Nathanael, basta. Estamos tratando de tener un buen momento, no lo arruines.

—Pero el no hizo nada malo –lo defendí.

—Tranquila, pequeña, está bien –extrañaba tanto que me dijera así y me mirara de esa forma. Este es mi Nate.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora