Capítulo 33

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Dibujo de Artemisa practicando magia en multimedia.

Hola –hizo una mueca.— vengo por el cuerpo de mi hermano.

—¿Hermano? –preguntó Alessandro confundo.— oh, ya recuerdo.

—¿Cómo sabes que está muerto?

—Era de imaginar, vine con la esperanza de hacerlo entrar en razón y que olvidara su estúpida venganza, pero me acabo de enterar de que es tarde ya –me percaté de que estaba aguantando las lágrimas.— mi hermano era fuerte, pero por más que quisiera no podía luchar contra una diosa bruja y un alfa –sonrió triste.— quiero su cuerpo para enterrarlo junto a nuestra madre –asentí.

—Vale –ella me abrazó.

—Gracias –dijo.— sé que intentaste arreglarlo y darle otra oportunidad en la vida, pero él era demasiado terco y orgulloso para aceptarlo. Sin embargo, te agradezco mucho la intención.

—Era lo menos que podía hacer por él –hice una mueca.— si necesitas algo, lo más mínimo, no dudes en contactarme.

—Gracias, eres una buena chica –se despidió y se fue.

—Ordena que le den el cuerpo de su hermano –le dijo Alessandro a un guardia.

—No sabía que Azriel tuviera una hermana –comentó Elisa.

—Fue producto de la violación que mi padre mandó hacerle a su madre –dijo Alessandro en tono amargo.— espero que se esté retorciendo en el infierno.

—Lo sabias –le pregunté. Él negó.

—Ya, ya, subamos al cuarto –dije.— hasta luego Elisa.

—Descansen.








(...)












Luego de ducharnos, nos acostamos en la cama pensando en todo lo que había acontecido el día de hoy.

—Que loca es nuestra vida –dije.

—¿Cuando eras pequeña creíste que tendrías una vida como la de ahora?

—Jamás, mi sueño era que el hombre araña viniera a pedir mi mano y nos fuéramos a vivir en su castillo hecho de malvaviscos –Alessandro rió.

—Siempre has sido increíble –besó mi mejilla.— estoy muy orgulloso de ti, Artemisa. Eres la mujer más fuerte que he conocido en toda mi vida, me alegra que el destino me haya unido a ti –me miró con amor.

—Te. A. Mo –besé su cara con pausas.

—Eres tan hermosa –sonrió.— nunca me cansaré de decirlo –reí.

Nos pasamos la noche hablando tonterías, riendo como bobos y besándonos. Confirmé lo que ya sabía, Alessandro y yo estábamos hechos el uno para el otro.







(...)





Me desperté primero que mi hombre. Y me aproveché para admirar su belleza. Se veía tan relajado y lleno de paz, su respiración pausada y uniforme. Podría durar toda la vida viendo ese hermoso rostro.

—Tienes una mirada muy intensa, moonshine –habló con voz ronca, sorprendiéndome en el acto.

—Y tú una voz muy sexy –ronronee.

—Mmm, ¿enserio? –me puso a horcadas encima de él.

—Si, muy enserio –susurré sobre su cuello para luego lamer, chupar y morder su piel.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora