Capítulo 22

8.6K 896 417
                                    

Este capítulo contiene fuerte contenido adulto (sexual), leen bajo su responsabilidad.

Están advertidos.


Justamente en ese momento empezó a sonar una canción lenta, la letra era demasiado romántica para mi gusto.

(Reproduzcan la canción mientras estén leyendo esta parte)

El tipo tomó mi mano y colocó su mano libre en su cintura, acercándome demasiado a él.

—No soy muy experta en bailes lentos –avisé cuando nos empezamos a mover.— en bailes en general.

—Yo te guiaré, no te preocupes –asentí.— sabes como se llama esta canción –negué. Yo sólo quería que terminara para volver con mi lobo.— se llama make you feel my love de Sleeping At Last.

—Ah, ya –hablé sin interés.

Cuando la lluvia caiga sobre tu rostro y todo el mundo esté en tu contra, podría ofrecerte un cálido abrazo para hacerte sentir mi amor –empezó a cantar en mi oído.— y cuando las sombras del atardecer y las estrellas aparezcan y no haya nadie ahí para secar tus lágrimas, podría abrazarte por un millón de años para hacerte sentir mi amor –mis ojos se llenaron de lágrimas, y apreté su mano. Toda la canción me recordaba a mi alma gemela, con quien debía estar en este momento.

—Lo siento –me separé de él.— pero hay alguien que me necesita –dejé caer el antifaz en el suelo para secar mis lágrimas, y salí corriendo subiendo las escaleras con ímpetu.

Abrí la puerta del cuarto y sentí como mi alma se me cayó a los pies. Me acerqué a la cama y estrujé el espacio vacío donde solía estar el cuerpo de Alessandro. Mataré al infeliz que le haya puesto una mano encima.

Lo supe desde el momento en que nos conocimos –me giré rápidamente. Detrás de mi estaba el chico con mi antifaz en su mano, y seguía cantando al son de la canción que estaba sonando.— que indudablemente nos pertenecemos –se quitó el antifaz y mis piernas me fallaron, haciéndome caer sentada en el suelo.

—Alessandro –susurré.

Moonshine, Moonshine –saboreó mi apodo. Me tomó en mis brazos y me abrazó fuertemente. Gustosa correspondí a su abrazo, sin ganas de soltarlo nunca.

—Mi amor –lloriqueé.

—Es la primera vez que me dices mi amor, debo morir momentáneamente más seguido –bromeó. Lo golpeé.

—¡Creí que ibas a dejarme sola! –grité.

—Jamás te dejaría sola –me agarró por las mejillas haciéndome mirarlo a los ojos.— nunca en esta puta vida te dejaría sola.

—Me hiciste tanta falta –lo abracé. Lo volví a golpear.— ¿por qué no me dijiste que eras tú desde el principio? –le reclamé.— estuve a punto de golpearte, ¿sabes?

—Porque quería sorprenderte, y también me alegró que me trataras mal mientras pensaba que era un tipejo, me gusta que trates así a todo aquel que no sea yo. Pero –alargó la "o".— aunque era yo, no me agradó que aceptaras bailar, yo era un desconocido para ti –lo golpeé.

—Eres un idiota, ¿hace cuánto despertaste?

—No mucho, lo primero que hice fue ducharme y vestirme para la ocasión –se alejó un poco para que pudiera admirarlo. Mi chico era una obra de arte.— luego tomé un antifaz y el resto es historia.

—Espera, ¿nadie más sabe que estás despierto? –negó.

—Solo estaba enfocado en buscar a la persona que que más amo en el mundo –mi corazón se estrujó de amor.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora