Capítulo 30

8.1K 739 467
                                    

—¿Qué? –dijimos todos.

—Yo no tenía idea de que era tu mate –Colin lo empujó. Tenía el labio roto.

—Chico, chicos, calmémonos –Apolo entró al rescate.

—Cálmate tú, yo me largo con mi chica –Athan tomó a Sam por la mano y intentó llevársela, pero ella se resistió.

—¿Y tú quien coño eres? –preguntó ella.

—Soy Athan, el amor de tu vida, ya tendremos tiempo para conocernos.

—Alto ahí, no me voy a ir contigo –ella negó.

—Si no quieres por las buenas, será por las malas –Athan subió a Sam sobre su hombro mientras ella gritaba.

—¡Oye! ¡Suelta a mi chica! –oh no, James, ¿qué acabas de hacer?

Athan no habló, respondió dándole un puñetazo en la cara tirándolo al suelo. Prácticamente salió corriendo con Samantha encima.

Inmediatamente salieron los perseguí, Athan no se podía llevar a Samantha así por así.

—Athan, detente, ¿a dónde crees que vas? –dije una vez los alcancé.

—A estar a solas con mi mate, ¿qué no ves?

—¡Artemisa ayúdame! ¡Me están secuestrando! –gritó Sam.

—Athan –Alessandro llegó a nosotros.— ¿qué es este espectáculo? Bájala.

—No –dijo el duramente.

—¿No? –repitió Alessandro en forma de pregunta.— ¿así es que piensas enamorarla? ¿Robándotela? Por favor, creí que tenías más encanto. Está aterrorizada, ten un poco de empatía.

Athan pareció pensarlo por lo que pareció una eternidad y bajó a Sam, ella de una vez corrió a mis brazos, veía a Athan con temor.

—Yo... lo siento –se veía avergonzado.— Kile se apoderó de mí.

—¿Quién es Kile? –pregunté.

—Su lobo –respondió Alessandro.

—¿Alguien puede explicarme que coño está pasando? Porque no entiendo nada –habló Sam.

—Eres el mate de Athan –dije.

—¿Quién es Athan?

—Él –dije obvia, señalándolo.— ¿dónde demonios estabas?

—Oh, perdón, estaba concentrada en que no me secuestraran –dijo con sarcasmo. Miró a Athan con curiosidad, sabía perfectamente lo que ella estaba sintiendo cada segundo que lo miraba, ya había pasado por eso.

—Los dejaremos solos –habló Alessandro.

—¿Está bien? –le pregunté a Sam.

—Si... yo, vale –no despegaba su mirada de él. Vaya, eso fue rápido.

—Okay –la abracé y volví al interior del club, dejando a Alessandro atrás.

—¿Y tú a dónde crees que vas? –me detuvo tomándome por el brazo.

—A seguir la fiesta –dije obvia.

—Tenemos que hablar.

—Tuvimos bastante tiempo para hablar, este no es momento para eso. Si me disculpas –me dirigí a la barra de tragos.— dame lo más fuerte que tengas –ya era hora de subir de nivel.

—Disculpe señorita, pero el señor Alessandro me ordenó que no le diera nada de alcohol –respondió él.

—¿Qué? ¿Y quién demonios es él para ordenarte que hacer?

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora