Capítulo 24

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"Él le robó besos a la Luna, pero ella sin darse cuenta le robó a él su corazón..." decía la nota.

Cueste lo que cueste, tendré a mi lobo devuelta.

Me acosté en la cama y me quedé mirando el techo formulando ciento de formas para contraatacar lo que sea que le esté pasando a Alessandro. Hasta quedarme dormida.









(...)














Me desperté sobresaltada, miré a todos lados entre la penumbra, sentía una presencia a mi alrededor.

Mi corazón se paralizó por un momento, Alessandro estaba sentado en un sillón mirándome fijamente sin expresión alguna. Le devolví la mirada, hasta que ya no pude con tanta intensidad y esquivé sus ojos.

Él se puso de pie y se sentó frente a mi. Luche con el dolor en el pecho que me causaban esos ojos carentes de emociones que no fuera maldad.

—Te odio –me dieron ganas de vomitar.— odio este maldito dolor en el pecho, y las estúpidas ganas de estar contigo a cada momento, no quiero estar contigo, no te amo, solo quiero sentir asco y repulsión hacia ti, ¡pero no puedo! –tiró de los extremos de su cabello. Se puso de pie.— buscaré la forma de separar nuestras almas –y se fue, dejándome sola con mi llanto.

No se si pueda soportar esto, Apolo me dijo que tuviera paciencia, pero no es fácil, no es nada sencillo escuchar como el amor de tu vida dice que te odia, verlo con otra... esto me está rompiendo de una forma inimaginable de dolor.










(...)










Pasaron los días y yo seguía encerrada en la habitación, Sofía era la encargada de traerme la comida, de vez en cuando venía a conversar conmigo e informarme de lo que sucedía en el exterior. Alessandro estaba incontrolable, asesinando personas por el simple hecho de Megan pedírselo.

Se estaba organizando una fiesta para Alessandro presentar a Megan como su mate y luna de la manada, cuando creí que mi corazón no podía romperse más, los pequeños trozos de hicieron añicos. Tenía una pequeña esperanza de que Apolo buscara ayuda pronto. Esto no podía seguir así.

Escuché como abrían la cerradura de la puerta, una pequeña parte de mí deseaba que fuera Alessandro, no lo había visto desde la ultima vez que dijo que trataría de romper nuestro lazo. Aunque mi corazón estaba hecho trizas, cada pequeño trozo lo seguía amando.

Me desilusioné cuando vi a Elisa entrar al cuarto.

—Arte –me abrazó.— Dios, mírate, pareces enferma.

Tenía razón, en estos días he bajado un poco de peso, tengo bolsas negras bajo mis ojos, y ya no tengo ese brillo en la mirada que causaba Alessandro, parecía muerta.

—Estoy bien –traté de sonreír.

—No, no lo estás –me miró preocupada. Traté de contener las lágrimas.

—Él ya no me ama –lloriquee.

—Nena, nena, nena, claro que si lo hace. Es la maldita de Megan que lo tiene hechizado. Apolo descubrió que fue lo que le pasó a Alessandro.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora