Capítulo 25

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Lamentablemente todo seguía igual.

Alessandro se la pasaba besuqueándose con Megan cada vez que yo estaba presente. Me daban náuseas.

Me encontraba con Elisa ayudándole a modificar un vestido, descubrí que ayudándola dejaba de pensar en lo miserable que se ha vuelto mi vida.

Mientras trabajábamos, Elisa y yo planeamos una forma de llevarlo al bosque, y determinamos que la única manera posible sería intentar seducirlo haciéndole creer que el sexo en el lago sería más erótico. No me agradaba la idea de tener relaciones con Alessandro en ese estado, pero no había opción.

A lo lejos vi a Alessandro entrar a su despacho. Hora del plan.

—Al ataque –dijo Elisa, divertida. Aún en las peores situaciones, no perdía su sentido del humor.

—Deséame suerte –levantó sus pulgares en señal de apoyo. Adoro a esta chica.

—Pasa, Artemisa –habló Alessandro, justo cuando estuve a punto de tocar la puerta.— ¿qué quieres? –preguntó cuando entré al despacho.

No respondí, caminé hacia él y me senté en sus piernas. Me miró curioso por mi acto tan repentino. Acaricié su labio inferior con mi pulgar, intentando causar una reacción positiva en él.

—¿Qué estás tramando? –preguntó mirándome con recelo.

Me encogí de hombros.— acepté que el antiguo Alessandro no va a volver, así que, ¿por qué no divertirme con este que tengo ahora?

—Claro, y eso sucedió de la noche a la mañana –dijo burlón.— ¿me crees estúpido?

—Aquí la pregunta no es esa, –susurré en sus labios. Tratando de hacerle olvidar el tema.— la pregunta es, ¿has tenido un buen orgasmo desde la noche de la fiesta? –apreté suavemente su miembro. Me burlé.— no hace falta que respondas, para tu desgracia la única que te lleva al cielo soy yo –lo besé suavemente.

Intentó desabrochar mi vestido, pero lo detuve.

—Ahora no –susurré sensual en su oído.— debo ir al bosque primero, Náyade prometió mostrarme la nueva flor del bosque –era una vil mentira, me cercioré de que Náyade no estaría en el bosque, así podría llevar a cabo mi plan.

—Te acompaño, así será más rápido –se puso de pie sin pensarlo dos veces. Hora de la acción.















(...)












—¿Dónde estará? –pregunté haciéndome la preocupada.

—Aquí no –respondió él, impaciente.— ¿podemos volver a la casa? Me urge un orgasmo –lo fulminé con la mirada.

—Espera –miré a lo lejos y visualicé el lago del que Jazmín me había hablado.— si quieres espérame aquí, iré a ver si está en aquel lago –dije, sabiendo que me seguiría.

Empecé a dirigirme al lago y escuché los pasos de Alessandro detrás mío, sonreí para mis adentros.

Caminé hasta que me detuve frente al lago, maravillosamente, el agua era cristalina, podía ver los peces nadando en ella, la mayoría de colores fluorescentes, era totalmente magnífico.

Me senté en una roca y disfruté de la vista, hasta la persona con todos problemas del mundo sentiría paz en este lugar. Casi me olvido de Alessandro si no volteo y lo veo mirándome fijamente, como si fuera una criatura exótica para él.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora