Capítulo 15

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—¡Artemisa despierta!

Abrí los ojos, desorientada, con un fuerte dolor de cabeza y el cuerpo lleno de sudor.

Alessandro me miraba preocupado.

—No despertabas, y estás helada. Parecías estar muerta.

—¿Qué? ¿frío? Pero estoy sudando –me miró confundido.

Negó.— no estás sudando, cariño –su expresión cambió totalmente, ya no lucía preocupado, ahora su rostro era neutro.— ¿cómo es eso de que te sientes sudada?

—Si –me senté. Toqué mi frente y estaba mojada y pegajosa por el sudor.— mira, tócame –tomé su mano y la llevé a mi frente.

—Mírate, ¿luces sudada? –puso la cámara en su celular y me mostró mi reflejo. Lo que sentía y lo que veía eran cosas completamente diferentes, me veía fresca, sin una gota de sudor. — ¿Saliste mientras dormía? –preguntó neutro, mirándome a los ojos.

—No –negué.

—¿Qué es lo último que recuerdas?

—Recostar mi cabeza en tu pecho y luego dormirme.

—Y dices que te sientes sudada, pero cuando te toco te como hielo puro, ¿te duele la cabeza? –asentí.

El sonrió amargamente, se puso de pie y golpeó la pared. Haciendo una grieta en ella.

—¿Qué te pasa?

Tiraba de su cabello y estaba muy molesto.

—Te borraron la memoria.

—¿Qué?

—Si –sonrió sin gracia.— se suponía que el maldito collar te iba a cuidar de cualquier hechizo o lo que intentara dañarte, pero no sirvió de nada.

Llevé mi mano al collar y acaricié el dije.

—¿Se puede solucionar?

—Si, pero hay que buscar un hechicero experimentado en el tema, no voy a dejar que cualquier mediocre entre en tu cabeza.

—¿Entrar en mi cabeza? –pregunté preocupada. Se acercó a mí y agarró mis mejillas.

—Vas a estar bien, ¿si?, haré todo lo que esté a mi alcance.

—Confío en ti –lo abracé.

—Descansa, mi luna, lo necesitas.

—Tengo miedo de volver a dormirme y que pase algo.

—No te preocupes, velaré tu sueño.

—No, no puedo ser egoísta, tú también debes dormir.

Rió.— mi reina, soy un lobo fuerte, una noche de desvelo no es nada para mí, he pasado por cosas peores –asentí sin estar convencida del todo.

—Vale, pero ven conmigo.

Me recosté en posición fetal con Alessandro detrás mío, rodeó mi cintura con su brazo acercándome más a él. Acariciaba suavemente mi vientre y dejó un beso en mi cuello.

—Dulces sueños, moonshine.









(...)









Despierta, dormilona.

—No quiero –hablé como niña pequeña. Y me abracé más a él. Su pecho vibró debido a su risa.

—Tienes que desayunar.

—Tráeme el desayuno a la cama.

—Está a tu lado, de hecho.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora