Capítulo 18

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—Lo que faltaba –habló Alessandro.

—Que alegría –dijo tía Kristal.— Elisa encontró su mate.

Apolo escondía su cara en el cuello de Elisa mientras ella reía. Era una escena muy linda.

—¿Por qué tú no hiciste eso la primera vez que nos vimos? –le reclamé a Alessandro. Me miró indignado.

—Ganas no me faltaban, pero me contuve porque conociéndote, me hubieras tachado de loco acosador.

—Acosador y loco si eres.

—Y a mucha honra.

—¿Qué no estaban peleando hace unos minutos? –preguntó Nate.

—Si –dijimos al unísono. Nos miró raro.

—Hey, creo que ya fue suficiente –le dijo Alessandro a Apolo.

—Disculpa, hermanito, pero mi mate y yo nos vamos –habló Elisa. Tomó a Apolo de la mano y prácticamente salieron corriendo.

—¡Volveré pronto, Artemisa! –exclamó Apolo entre risas.

Alessandro estuvo a punto de hablar cuando lo interrumpí.

—Déjalos ser.

—Es que es mi hermana –refunfuñó como un niño.

—La de él también y no está como un padre sobre protector –señalé a Athan.

—A mi no me metas –habló Athan. Lo miré mal.

—Como sea –giré los ojos.— tú vienes conmigo, tenemos una conversación pendiente –me dirigí a Alessandro.

—No es de mi incumbencia –habló mi madre.— ¿pero podrías aplazar esta conversación para más tarde? Necesitamos a Alessandro.

¿Cuál es el empeño que tiene mi madre en que no hable con Alessandro?

—Ya, okay –giré los ojos levemente.— me iré a dormir.

—Si quieres... –no le di tiempo a terminar y me fui a mi habitación.

Me acosté en mi cama y cerré los ojos quedándome dormida.











(...)









—Despierta, bella durmiente –me quejé.— Son las seis de la tarde, tienes que comer y prepararte para la fiesta.

Desarropé mi rostro y miré a Elisa.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué fiesta?

—Oh, no es nada, es solo una fiesta que hacen todos los años. Tú, como mate de Alessandro, el alfa, debes acompañarlo.

—Alessandro no me comentó nada de una fiesta.

—De seguro se le pasó, anda levántate y come –no me había percatado de la bandeja de comida que estaba en la mesita de noche, a juzgar por la cantidad de comida deduzco que la preparó Alessandro.

—¿Quién cocinó?

—Alessandro –lo sabía.— te dejo para que comas y te bañes, luego te traigo tu ropa.

—Espera, ¿y Apolo? –sonrió como boba enamorada.

—No tengo idea, hablando de eso, iré a buscarlo –salió corriendo.

Reí, esto de la naturaleza destinarte una persona era algo totalmente increíble, apenas de habían conocido hoy y ya parece que tienen dos años de casados.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora