Capítulo 20

9.9K 907 366
                                    

Este capítulo contiene fuerte contenido adulto (sexual), leen bajo su responsabilidad.

Están advertidos.

—¿Cómo lo sabes? –frunció el ceño, dudando en sí cortármelo o no.

—No se si sea apropiado, en este momento.

—Creo que si sales de mi sería más apropiado –rio.

—Es que no lo quiero hacer –lloriqueó como un niño.

Lo empujé y salió de mi. Se recostó a mi lado y me atrajo a él. Puse mi mano en su pecho y descansé mi cabeza en ella, mirándolo a los ojos.

—No quiero arruinar este momento, si quieres te lo cuento mañana.

—¿Tan malo es?

—No, pero es demasiado agrio para el momento tan dulce que estamos pasando –asentí, comprendiendo.

—Acabo de perder mi virginidad contigo y ni siquiera se tu apellido –recordé.

—Oh, por Dios, que barbaridad –se tapó la boca, fingiendo estar indignado.— mi nombre completo es Alessandro Migliore Gilardino.

—Mmm –ronroneé.— es sexy –me acerqué a él.

—Tú eres sexy –susurró en mi boca.

—Ya lo se –uní sus labios con los míos.

Aquí vamos con el segundo round.










(...)










Los rayos de sol en mi rostro me obligaron a despertar. Estrujé mis ojos y miré a mi alrededor. Era una habitación totalmente desconocida para mi.

Me puse de pie y tuve un pequeño punzón en mi intimidad, me percaté de que traía puesta una pequeña bata de seda rosa, incluyendo ropa interior que no recuerdo haber comprado. Caminé con cuidado hacia la salida, cada paso que daba dolía en mi parte íntima.

—¿A dónde crees que vas?

Me di la vuelta, Alessandro estaba con una toalla envuelta en su cintura, y pequeñas gotas de agua caían de su cuerpo.

No mires sus abdominales. No mires sus abdominales. Me repetí a mi misma.

—¿Dónde estamos?

—En mi casa... en el pueblo –aclaró.

—Vale –regresé a la cama, dando pequeños pasos igual que al principio.

Alessandro sonrió. Sabía perfectamente la razón del por qué estaba caminando así.

—¿Suena descarado si digo que me gusta verte así?

—Descarado ya eres, sólo lo estás aceptando –su sonrisa se agrandó.

—Me alegra haberte dado tan duro que ahora no puedas ni caminar bien.

—Eres un asco –le lancé una almohada.

—Mmm... ¿eso crees? –se quitó la toalla.

Miré su miembro, no soy experta en penes pero el suyo era muy bonito.

—He visto mejores –me encogí de hombros.

—No creo, de ser así sus respectivos dueños ya estarían muertos... y no he matado a nadie... aún –guiñó un ojo.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora