¡La señorita es una chica feroz!

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"¡La joven señorita de la casa del primer ministro, a partir de este momento queda usted expulsada de nuestra secta del espíritu!"

"¿Huh?" Hai Yue Lan parpadeó un par de veces antes de mirar el rostro acalorado del joven ante ella.

Di Baishen, hijo del maestro principal de la secta, se enojó cuando vió la reacción de la niña, apretó los dientes y gruñó, "¡Tienes una cara bonita y bonita, pero solo sirve para esconder tu corazón venenoso!"

La boca de Hai Yue Lan se crispó cuando escuchó eso. Honestamente no tenía ni la más remota idea de lo que estaba sucediendo. Esta mañana la llamaron para hacer algunos trabajos con el maestro de historia y estuvo en el aula casi la mitad del día, pero cuando salió, se encontró con una gran multitud en los pasillos. Luego de eso, este joven desconocido comenzó a gritar y a señalarla con el dedo, ¿Puede esto ser más extraño?

Las delgadas cejas de Hai Yue Lan se frunciron con desconcierto, sus ojos captaron una figura temblorosa que se escondía tras la espalda de Di Baishen y de repente comenzó a entender algo de la situación...

"Ming Lua, no llores, el hermano mayor hará justicia en tú nombre." El corazón de Di Baishen dolió cuando vió a la niña llorar, se acercó a ella y la consoló suavemente. Sin embargo, cuando dirigió su mirada a Hai Yue Lan, la dulzura en sus ojos desapareció sin dejar rastro, "¡¿Por que sigues aquí?! ¡Vete de la secta rápidamente!"

Hai Yue Lan no miró al enojado Di Baishen, sus ojos azules como el océano estaban clavados en el cuerpo de Hua Ming Lua, "¿Tú hiciste esta acusación, verdad?"

La pequeña figura de la protagonista tembló como una flor desolada, los hermosos ojos se llenaron de terror cuando vió a Hai Yue Lan, tragó saliba y se escondió detrás de Di Baishen.

Hasta este punto, el humo casi parecía salir de las orejas de Di Baishen, su pecho bajaba y subía mientras trataba de contener su ira, "¡Es suficiente! ¡Hai Yue Lan, ya no eres bienvenida en esta secta! ¡Vete o haré que los guardias vengan por tí!"

Hai Yue Lan no dijo nada, pero tampoco se movió.

El hermoso rostro de Di Baishen se puso negro como el fondo de una olla, "Si eso es lo que quieres..."

"¡Guardias!"

Ni bien Di Baishen dió la orden, decenas de guardias que custodiaban la secta se apresuraron al lugar. Vieron al joven maestro de su familia señalar a una hermosa niña y tuvieron problemas para entender lo que sucedía.

La cara confundida de los guardias solo sirvio para aumentar la furia de Di Baishen, "¡¿Qué están esperando?! ¡Saquen a esta perra de aquí!"

No solo los guardias, incluso aquellos estudiantes que vinieron a ver el espectáculo, se quedaron estupefactos cuando escucharon a Di Baishen dirigirse a Hai Yue Lan como perra. Es de saber que aunque la secta del espíritu era una de las fuerzas más influyentes del país, todavía no serían rivales para la casa mayor del primer ministro, que no solo era apoyada por el ejército, sino también por el resto de países. Además, estaba claro que el primer ministro adoraba a su hija hasta más allá de lo imaginable, lo suficiente como para movilizar al ejército imperial y provocar una guerra con los vecinos.

Sin embargo, ahora todos presenciaban una escena caótica en donde el hijo del maestro de secta insultaba y señalaba tan audazmente a la hija del ministro del diablo.

Si esto no era buscar la muerte, ¿Entonces qué es?

Al ver que los guardias no lo escuchaban, Di Baishen estuvo a punto de tirarse del cabello, dió un paso al frente y señaló la nariz del capitán, "¡Eres un sirviente y te atreves a desobedecer mi orden! ¡Ya no es necesario que tengas el puesto de capital, puedes dejar la secta junto con ella!"

El capitán no cambió su expresión, pero sus ojos se volvieron fríos, "Lo siento joven maestro, solo obedezco las órdenes del maestro mayor."

"¡Te atreves!" La ira de Di Baishen subió a los cielos, estuvo tan enojado que por poco escupió sangre.

Hai Yue Lan, quien presenciaba todo desde un costado, elogió el comentario del capitán en su corazón. Luego, viendo que todos estaban atentos a la discusión de Di Baishen y el señor capitan, se encogió de hombros y decidió marcharse.

No obstante, la temerosa protagonista que aún se encontraba detrás de Di Baishen, vió sus acciones y se burló en secreto. Pero su expresión no duró ni dos segundos antes de reemplazarla por una cara pálida y lágrimas de cocodrilo, "Joven maestro Di, la señorita Hai está escapando..."

Di Baishen, quien aún encaraba groseramente al capitán de guardia, escuchó la voz de Hua Ming Lua y giró levemente la cabeza. En efecto, sus ojos se encontraron con la delgada espalda de Hai Yue Lan, que cada vez se hacía más pequeña con forme se alejaba.

El atractivo rostro de Di Baishen se llenó de líneas negras, dejó de discutir con el capitán y caminó rápidamente para alcanzar a la niña.

"¡¿Todavia tienes el descaro de irte?!"

Hai Yue Lan se detuvo y miró a Di Baishen como si fuera un idiota, "Eres tú el que dijiste que me fuera, pero ahora no quieres que me vaya, ¿podrías decidirte? No tengo tanto tiempo libre como para perderlo contigo..."

Ante esto, la boca de Di Baishen se abrió y se cerró muchas veces, pero después de un rato no supo cómo contestar.

Hai Yue Lan puso los ojos en blanco y volvió a reanudar su camino para regresar al dormitorio, sin prestar atención a la expresión estreñida de Di Baishen.

No obstante, el joven maestro Di sintió que está acción fue un fuerte golpe en su orgullo como heredero de la secta, sus ojos se nublaron y antes de que alguien pudiera detenerlo, ya había tirado bruscamente del frágil brazo de Hai Yue Lan.

El rostro del capitán se puso pálido como un fantasma, estuvo apunto de interferir cuando sus ojos vieron algo que lo dejó conmocionado.

La frágil señorita de tez blanca y cuerpo delgado, ¡Levantó sin ningún esfuerzo al joven maestro Di y lo arrojó tres metros por el aire! Luego, giró su cuerpo y con un hermoso arco pateó violentamente el estómago de Di Baishen para luego hacerlo rodar por el piso.

Mientras el capitán creía que se había vuelto loco, el resto de estudiantes pensaron que estaban viviendo una escena de fantasía.

¿Belleza amable y delicada?

¡Quien se atrevió a decir eso de la señorita Hai seguramente tuvo problemas en la cabeza!

¡¿Qué ojo de tú cara vió a esta chica como una dama de huesos blandos?!

La hija del primer ministro fue simplemente... feroz.

La Heroína Es La Villana LanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora