Un abrigo de piel

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Durante los fríos meses de invierno, la temperatura se desplomó y la fuerte nevada pintó la tierra de blanco.

Entre las rocas que rodeaban la ladera de la montaña, un enorme oso Polar se movió constantemente. Las fuertes patas pisaron la nieve, dejando grandes huella que rápidamente fueron cubiertas por los vientos y la escarcha. El oso levantó su gran cabeza y soltó un rugido ensordecedor, sus feroces ojos negros miraron hacia el frente con vigilancia.

En esa dirección, una figura se acercó con pasos lentos y suaves. Los fuertes vientos levantaron las mangas de su tunica, su largo cabello plateado ondeó mostrando tenues luces de plata. Era casi inimaginable que alguien se atreviera a salir en medio una tormenta como esta, pero el hombre no mostraba signos de congelamiento ni incomodidad, por el contrario, todo su cuerpo parecía emanar un inexplicable sentimiento de pertenencia.

El enorme oso de las nieves parecía irritado por la invasión a su territorio. Levantó sus dos patas delanteras y golpeó el piso con fuerza, la tierra tembló y una onda invisible nació desde el lugar del choque. El oso vio que el hombre se detenía, pensó que su demostración la había asustado y hubo un poco de burla en sus ojos. Estuvo apunto de abalanzarse sobre él, cuando de pronto, su mirada se encontró con un par de mórbidas y escalofriantes pupilas. Los dos orbes azules como el hielo brillaron en medio de la ventisca, similares a un par de llamas de fuego fatuo.

El cuerpo del gran oso se congeló y todo su pelaje se puso de punta.

Un miedo abrumador se desbordó en su corazón, las extremidades se ablandaron e incluso mantenerse de pie se volvió difícil. La escena parecía un poco ridícula, el enorme oso blanco tenía casi tres metros de alto, en comparación con él, el hombre resultó realmente pequeño. Sin embargo, fue la bestia quien mostró miedo y retrocedió, mientras el hombre permanecía quieto y tranquilo.

Este fue el sentimiento que una criatura sentía cada vez que se encontraba con una existencia más fuerte.

Mo Bingxin no cambió su expresión, movió sus largas piernas y avanzó hacia el oso. Su figura era firme y recta como una espada, el par de ojos miraron al oponente y una luz aguda cruzó su mirada.

Mientras tanto, el oso blanco vio que el hombre se acercaba más a él y todo su cuerpo tembló. Su instinto le dijo que si el enemigo atacaba, su vida terminaría hoy. El miedo activó la adrenalina, el oso miró a Mo Bingxin y rugió furiosamente, mostró sus garras y cargó directamente hacia él como un golpe final.

La fuerza de su ataque hizo que los copos de nieve a su alrededor retrocedieran, la figura de casi seis metros de ancho corrió hacia el hombre con un claro sentimiento de asesinato brillando en la profundidad de sus ojos.

No obstante, lejos de sentirse amenazado, Mo Bingxin lo miró con indiferencia y algo de desprecio oculto. Desde el último incidente, Mo Bingxin recordó avisarle a Hai Yue Lan sobre sus futuras salidas, hoy se despidió de ella y habían pasado varias horas desde que dejó el castillo. El emperador del invierno entrecerró los ojos, pensó en la niña que lo estaba esperando en casa y las ganas de volver aumentaron.

Pero quería conseguirle un pequeño regalo antes de regresar.

Mo Bingxin fijó su mirada en el enorme oso que corría hacia él. El nombre de esta bestia fue Bu Qi, el monstruo que masacró una aldea al norte de la isla hace decenas de años, cuando todavía hubo población. En ese momento la gente comenzó a dejar la isla del invierno para unirse al emperador de verano en la isla del verano. A Mo Bingxin no le importó mucho, pero después de escuchar el nombre de Bu Qi, fue demasiado tarde. La gente del pueblo fue asesinada y devorada por la temible bestia.

En ese entonces los sobrevivientes culparon a Mo Bingxin, lo culparon por no hacer nada por ellos y lo llamaron asesino.

De hecho, Mo Bingxin no se molestó en buscar rastros de Bu Qi, ya que después de todo, las personas dejaron la isla, siendo su gobernante el único ser humano que se quedó.

Si fuera en una ocasión normal, a Mo Bingxin no le molestaría la existencia de Bu Qi, pero ahora tenía una niña suave viviendo con él, ¿Cómo podría permitir que una amenaza permaneciera cerca de ella?

Además...

Los hermosos ojos azules de Mo Bingxin se fijaron en el brillante pelaje blanco del gran oso, su mirada indescifrable.

Bu Qi, quien aún cargaba hacia él, sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Aunque Mo Bingxin pensó en muchas cosas, solo habían pasado poco más de tres segundos en la realidad. Vio a la bestia abalanzarse sobre su cuerpo, con las garras extendidas y los dientes al descubierto. Fue entonces, cuando la figura del hombre vestido de blanco desapareció misteriosamente del lugar.

El oso abrió los ojos con asombro, se detuvo abruptamente mientras giraba la cabeza de izquierda a derecha en busca del oponente.

¡Wooosh!

De pronto, el viento detrás de él silbó y una pequeña ráfaga acarició su pelaje.

Se escuchó un ligero crujido cuando el cuello del oso se torció en un ángulo extraño y la sangre carmesí bañó la nieve en el suelo.

El hombre miró el cadáver caer inerte, sus ojos no cambiaron. La expresión en su rostro continuó tranquila e indiferente, como si la muerte del oso no tuviera nada que ver con él. Una de sus manos se manchó con un espeso líquido rojo, las gotas gotearon una a una, pero al final fueran arrastradas por el viento. Mo Bingxin no quería perder más tiempo, uso su mano limpia para crear extraños caracteres en el aire, las palabras que se formaron fueron algo que nunca se encontraría en el continente central, ya que fueron inventadas por el mismo Mo Bingxin.

Segundos más tarde, el gran cuerpo del oso blanco se elevó en el aire y una gruesa capa de luz dorada lo envolvió por completo.

Poco después, un esqueleto y una gran cantidad de grasa y carne cayeron del cielo. Los órganos internos y las vísceras se convirtieron en carne molida, sin dejar absolutamente nada.

Sin embargo, la escena que sucedió a continuación fue aún más mágica.

Un delicado abrigo de piel blanca floto suavemente hacia los brazos de Mo Bingxin, lucía limpio y ordenado, el suave y cálido pelaje se sentía bien al tacto. Lo curioso fue que el abrigo no tenía una sola gota de sangre, estaba tan bien hecho que casi parecía un articulo de revista.

Mo Bingxin sonrió con satisfacción, miró los restos del oso durante unos segundos antes de darse la vuelta y marcharse.

La sangre llamó a los lobos, los lobos se comerían las sobras.

....

El pequeño diario secreto de Mo Bingxin.

Tengo un regalo para Lan Lan.

Lo pensé y decidí nunca mostrarle el proceso para hacer abrigos, ella se asustará.

La próxima vez le haré un vestido.

La Heroína Es La Villana LanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora