8- Halloween con un asesino

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El siguiente mes fue bastante normal en todos los ámbitos para Nicholas, tenía una gran cantidad de tareas, mucho que estudiar, pasaba tiempo con sus amigos, practicaba Quidditch tres veces por semana, pero habían habido unas cuantas diferencias, ahora no veía a Dumbledore solo una vez a la semana, sino que dos, e incluso tres. Cada vez se hacía más cercano al director del colegio, y sus conversaciones eran lo que Nicholas mas añoraba en la semana. Otra diferencia había sido lo incómoda que se había tornado la relación de Nicholas con la hermana de Riley, Zoe. Esta tendía a reírse con sus amigas de primer año cada vez que Nicholas pasaba a su lado, y para el chico ya había pasado a ser bastante molesto. Además, los rumores del odio de Snape a Jasper, UN SLYTHERIN, habían seguido creciendo, y solo Nicholas, siguiendo lo que le había dicho Dumbledore, había tratado de desmentirlos. Pero la verdad era que ni en su boca sonaban totalmente verdaderos. En su opinión, Dumbledore solo le estaba dando una excusa.

En cuanto a Dumbledore, sus preocupaciones crecían a cada minuto.

En ese momento, en el que se encontraba sentado en el Gran Comedor a la hora de la cena el día antes de Halloween, no podía dejar de pensar en Sirius Black, y en como eso podría afectar a sus alumnos, a Nicholas en particular.

Aunque todo el mundo mágico creía que Sirius Black iba en búsqueda de Zachary James (hasta el ministerio le había mandando protección al chico), él creía lo contrario. A Black no debía importarle Zachary James. El había conocido a Sirius Black, y sabía que no iría detrás de un bebé con buena suerte, sino detrás del chico que había vencido y dejado gravemente debilitado a su amo, el chico que, a consciencia, había enfrentado a Lord Voldemort.

Levantó la vista hacia Nicholas, que reía feliz con sus amigos en la mesa de Gryffindor, y su preocupación le dio un golpe en el pecho. Dolía pensar que algo le podía pasar al muchacho que tanto lo hacía reír ahora más de una vez a la semana.

Había llegado a tenerle cariño al chico.

Siguió intentando comer, pero la verdad era que ya no tenía demasiada hambre. La preocupación no dejaba espacio en su estómago para más comida.

Volvió a mirar a Nicholas al tiempo que el muchacho fijaba su atención, nuevamente, en una chica sentada en la mesa de Slytherin, Ebony Williams.

Dumbledore rió para sus adentros. Cuando lo viera de nuevo le diría que lo había pillado con las manos en la masa.

La preocupación volvió a darle un golpe. Sí que dolía.


A la mañana siguiente, cuando Nicholas despertó ese sábado, notó que por las cortinas entraba un rayo de sol. ¡El día estaba soleado! Hacía tanto que las nubes parecían haber tapado completamente el sol. ¡Debía aprovechar ese día!

Se levantó rápidamente y sacudió a Adrian, en la cama de al lado. El chico despertó sobresaltado y lo miró con ojos somnolientos.

-¿Qué te pasa?

-¡El día está soleado! ¡Podemos ir a jugar Quidditch!

Adrian abrió los ojos de par en par y los dirigió al rayo de luz que entraba por la ventana.

-¡Vamos a despertar a Matt y Mike!-dijo.

Dos horas después, el juego continuaba. Nicholas ya había marcado diez puntos mientras jugaba como pareja de Matt, contra Mike y Adrian, que iban a la cabeza con once puntos.

-¡No nos vas a ganar, Riggs!-exclamó Adrian.

-¿Ah sí? Prepárate García.

De pronto, de abajo en el suelo se escuchó una voz desconocida hasta ese minuto para todos ellos.

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora