15- La verdad

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Nicholas estaba en un sueño extraño. En él podía ver a una criatura extraña que rondaba un bosque, una criatura enojada, que buscaba venganza, una criatura débil, una criatura asustada, una criatura con sed de sangre. Una criatura que decía su nombre.

-Nicholas Riggs...

Nicholas despertó sobresaltado. Junto a su cama estaba Adrian que le decía:

-Nicholas, McGonagall y Dumbledore están afuera, dicen que necesitan hablar contigo.

Nick asintió. Se levantó y se rascó la nuca incómodo. ¿Qué había sido ese sueño? Esa voz...

Se miró en el espejo antes de abrir la puerta. Parecía cansado y estaba transpirado. No importaba. ¿Qué querrían a esa hora? Era muy temprano en la mañana.

Cuando abrió la puerta se encontró con los ojos de Dumbledore, que al mirarlo se tornaron a unos de preocupación. McGonagall por su parte parecía enojada.

-Riggs-dijo ella-la señorita Dunn nos contó lo de tu escoba.

-Y me impresiona, Nick, que no me lo hayas contado-dijo Dumbledore, que parecía decepcionado. Nicholas se puso blanco, más de lo que ya estaba-necesitamos verla.

Nicholas asintió y fue a su baúl, de donde sacó su nueva y brillante escoba, la creación más increíble del mundo. La puso en las manos de Dumbledore, que la observó por unos segundos.

-Vamos a tener que revisarla, Riggs-dijo McGonagall, con el ceño fruncido, observando la escoba-es muy extraño que te haya llegado algo así, y más en estas circunstancias.

-¿Qué circunstancias? ¡No soy Zachary James! ¡Sirius Black no me está buscando!

Dumbledore y McGonagall se quedaron mirando a Nicholas en silencio. Nick no se sentía bien, no tenía paciencia para estar lidiando con paranoias. Cuando viera a Riley, ya vería.

-Es mi escoba, alguien me la regaló, y tengo derecho a tenerla-dicho esto, Nicholas se sentó en su cama. Por alguna razón no podía estar de pie sin marearse. Dumbledore se acercó, pasándole la escoba a McGonagall.

-Nicholas, recuéstate. Estás enfermo.

-¡No estoy enfermo!

Dumbledore puso una mano en su frente-estas hirviendo en fiebre. Profesora McGonagall, llame a Mme. Pomfrey.

-Estoy bien-insistió Nicholas. Pero sabía que no lo estaba. Se sentía tan débil y lo único que quería era volver a dormir. Dumbledore lo ayudó a recostarse y lo tapó al tiempo que la profesora McGonagall salía, con su escoba.

-Es solo un resfriado, pero tienes que cuidarte muchacho. La fiebre siempre es peligrosa, y debemos bajarla como sea-dijo el director, sentándose a los pies de la cama.

Nicholas solo supo que Mme. Pomfrey había entrado a la habitación y que después había sido movido a la enfermería. Pero todo esto lo supo por lo que le contó Adrian, porque después del comentario de Dumbledore, todo se volvió negro.


Llevaba ya tres días en la enfermería. Las dos primeras noches, la fiebre había persistido, pero ya al tercer día la fiebre había bajado y las visitas, fuera del profesor Dumbledore, que lo había acompañado las dos terribles noches, habían sido permitidas.

Adrian había entrado rápidamente a ver a su amigo, pero Riley se había quedado rezagada en la entrada. Parecía nerviosa.

-No sé tú, pero yo no le hablo-dijo Adrian, sentándose a los pies de la cama de Nicholas.

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora