12- Día del profesor

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-¡Feliz día!-exclamó Nicholas, mientras entraba al despacho del profesor Dumbledore, que lo recibió sonriendo emocionado-en Hogwarts parece que no lo celebran, lo noté el año pasado. ¡Pero es hora de celebrarlo! ¡Feliz día!

Dumbledore rió y invitó a Nicholas a sentarse. Cuando el chico se sentó, tomó el regalo de Nicholas (más ranas de chocolate) y se detuvo a mirarlo por un segundo.

Había crecido, no mucho, pero algo desde el año anterior. Tenía esos ojos verdes igual de brillantes que siempre, y el cabello negro igual de despeinado. No le impresionaba. No creía que su cabello fuera a peinarse en el futuro, y la verdad es que esperaba que no lo hiciera. Esa sonrisa, que solía ser mostrando todos los dientes, esa emoción en su voz al esperar su reacción. Cuánto quería a ese chico, simplemente había removido su corazón de anciano con el hecho de que se acordara de el día del profesor Muggle.

-¿Señor?-preguntó Nicholas, que ahora lo miraba confundido, con la cabeza ligeramente ladeada-¿todo bien?

Dumbledore asintió volviendo a la realidad-claro, muchacho. Mejor que nunca.

Las horas pasaban y Nicholas y Dumbledore seguían conversando de la vida. Ese sábado tenían la posibilidad de hablar todo el día, si querían, así que no lo iban a desaprovechar.

-Deberíamos un día salir a hacer algo divertido-dijo Nicholas, mientras comía su tercera rana de chocolate, que Dumbledore amablemente le había compartido de su regalo. El director, además, había hecho aparecer dos tazas de chocolate caliente humeante que habían caído como anillo al dedo en un día tan frío-como cuando fuimos a la heladería en el Callejón Diagon.

-¿Y que te gustaría hacer?-preguntó Dumbledore, mostrando real interés. A Nicholas le gustaba eso, que no fuera como los típicos adultos que, cuando escuchaban una idea de un niño, simplemente no la tomaban en cuenta. Dumbledore en cambio siempre mostraba interés en los pensamientos y opiniones de Nicholas, y por eso mismo, el chico se sentía tan cómodo con su director.

-Podríamos ir a jugar bolos-dijo Nicholas-es un juego muggle, pero se que le encantará.

-Lo conozco-dijo Dumbledore asintiendo-es bastante divertido, la verdad.

-¡O podríamos ir a ver una película! Hay una nueva: "El extraño mundo de Jack" es de Disney... si sabe lo que es Disney, ¿no?

Dumbledore volvió a asentir-estoy informado en lo que está pasando en el mundo Muggle, y sé sobre el ratón Mickey.

Nicholas rió-no me impresiona. Hasta los magos deben conocerlo. En mi opinión es un tanto tétrico, que aparezca en todos lados.

-Pasa mucho con las modas. Aquí en el mundo mágico hay una cantante llamada Celestina Warbeck... ¿has oído de ella, Nick?

Nick negó.

Dumbledore, con un movimiento de su varita, hizo aparecer una radio a su lado de donde comenzó a salir la voz de una mujer que cantaba una canción de amor sobre un caldero caliente. Nicholas se tapó la boca para no reír, pero no pudo contenerse. La letra era demasiado empalagosa. El director rió junto a su alumno y después de que la canción terminara, hizo desaparecer la radio.

-No me mal entienda-dijo Nicholas, todavía sin poder parar de reír-canta genial, pero la letra es demasiado empalagosa para mi.

-La cosa es que, es tan famosa aquí en el mundo mágico, que aparece en la radio cada vez que la enciendo. Y el caldero chorreante de amor tampoco es para mi-dijo Dumbledore, riendo al son de su alumno.

La risa duró por lo menos unos diez minutos más, hasta que Dumbledore mencionó el nombre de Ebony Williams. En ese instante, la sonrisa desapareció de la cara de Nicholas y fue reemplazada por una mirada de pura vergüenza. ¿Era posible que Dumbledore lo supiera realmente todo?

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora