19- Un día difícil

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Lo peor de todo era despertarse. Su cuerpo ya se había acostumbrado a despertarse solo a la hora exacta, la verdad es que no tenía ningún amigo que lo ayudara. Se vistió en silencio, mientras todos sus compañeros de habitación reían y jugaban. Cuando bajó a la sala común, recibió muchas miradas de asco por parte de los chicos mayores. No le extrañaba, ahora simplemente los ignoraba. Ser el hermano menor de Nicholas Riggs, el famoso chico que había peleado contra Lord Voldemort y el niño que además le había dado una patada a Slytherin en Quidditch no hacía que se ganara muchos amigos dentro de su casa. No era que le importara el Quidditch, de hecho se saltaba la mayoría de los partidos para poder estar finalmente solo en su habitación.

Bajó al Gran Comedor, donde más miradas de asco y desagrado lo esperaban, pero esta vez eran de parte de chicos de Ravenclaw, Hufflepuff y Gryffindor. Había aprendido a identificar los por qué de las miradas. Las de Gryffindor usualmente tenían dos razones, el ser hijo de Snape y el ponerse de lado del famoso chico que tenía como hermano. Las de Ravenclaw y Hufflepuff eran solo por ser el hijo del profesor más odiado del colegio.

Se sentó en la mesa de Slytherin, y notó, al ver la comida, que no tenía hambre. Se levantó, tomó su mochila, y salió del Gran Comedor al tiempo que se topaba cara a cara con su hermano y sus dos amigos, un chico y una chica, que sabía que era su hermana por lado de su padre, en la entrada. Nicholas lo miró por unos segundos y después, gracias a un pequeño empujón de su amigo, siguió caminando. Jasper intentó ignorar el hecho de que su hermano había hecho contacto visual con él y siguió caminando.

Le gustaba llegar antes a clases, así podía estar un rato solo frente a la puerta. Desde pequeño le había gustado la soledad, pero ahora que todos sabían que era hermano de Nick y que era un Snape, se sentía mucho más a gusto solo. La soledad se había convertido en su mejor amiga.

Sacó un libro de artes oscuras que había robado de la sección prohibida (ser pequeño tenía sus cosas buenas) y comenzó a leer en donde había quedado la noche anterior. Hechizos para cortar. Sabía el más básico, Diffindo, ese cualquier idiota podía hacerlo.

De pronto alguien tomó su libro y lo tiró lejos. Unos chicos mayores de Gryffindor lo tomaron por la pechera de la camisa y lo levantaron en el aire. Jasper pataleó, pero era muy pequeño para tocar el suelo.

-¿Ven? Si es solo una pequeña ratita ruidosa-dijo el que lo estaba agarrando. Ya se había aprendido su nombre, Darrel Jefferson.

Sus amigos, Thomas Croft y Adam Rivers rieron con ganas.

-No te pareces en nada a Riggs-continuó Jefferson-¿qué se siente tener un hermano Gryffindor, un hermano al que todo le sale bien y tu ser tan inútil?

-Él nos dará la copa de Quidditch este año-dijo Rivers.

-Ni siquiera están en el equipo-susurró Jasper, en un momento de valentía. Sabía que los tres se habían presentado pero ninguno de ellos había sido aceptado-son patéticos.

-A ver si te ves igual de feo que tu padre cuando terminemos contigo.

No pudo ir a las primeras tres clases. El calzón chino que le habían hecho lo había dejado con un dolor insoportable. Se había pasado sentado las primeras horas solo en el baño, aguantando las lágrimas. ¿Por qué eran tan malos con él? No era su culpa ser hermano de Nicholas Riggs. ¡No era su maldita culpa ser hijo de Snape! Después de todo, él ni siquiera lo quería, ni siquiera lo reconocía.

Estaba solo. Mas solo que nunca.

Recordó a Mary, la mujer que el siempre había sentido como su madre, la mujer con la que se había sentido querido y seguro hasta que había llegado su verdadera madre a buscarlo. Mary era una squib, que le había contado de la magia pero jamás había sido capaz de practicarla. Sin embargo eso a Jasper nunca le importó. Ella era su madre, y la amaba más que a nadie en el mundo. Pero ella le había mentido, le había ocultado a Iris... todavía no era capaz de llamarla mamá. Se abrazó las piernas al tiempo que escuchaba la voz ya conocida y molesta de un fantasma. Myrtle la llorona.

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora