26- En la luna llena

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Diez minutos después, todos salían por el túnel del árbol boxeador. A la cabeza iba Dagger, con la cola levantada por la felicidad, detrás de ellos iba Adrian y Sirius, que ayudaban a Nicholas a caminar. Su pie estaba cada vez peor y ya no podía apoyarlo en el suelo. Luego iba Snape, que flotaba en el aire gracias a un hechizo que Riley, que iba detrás junto a Emily, controlaba. Y por último, estaban Lupin y Evan encadenados a Pettigrew, que por el miedo no lograba caminar bien.

Cuando todos hubieron salido por el hueco del árbol, después de que Dagger apretara el nudo, Sirius y Adrian soltaron a Nicholas y lo dejaron sentado en una rama al tiempo que Snape era apoyado delicadamente en el suelo por Riley.

-Ufff-dijo Evan, limpiándose el sudor de la frente-si que has subido de peso, querido amigo.

Pettigrew cayó sentado al suelo, se abrazó las piernas y se balanceó de atrás hacia adelante. Nicholas lo miró por unos segundos sintiéndose la persona más mala del mundo. La satisfacción que sentía al verlo sufrir lo hacía sentir culpable, cuando, de pronto, la imagen de Sirius de pie a lo lejos mirando el castillo llamó su atención. Se levantó, no sin dolor, y fue cojeando a su encuentro. Sentía que había algo pendiente entre ellos dos.

Se puso a su lado y lo miró en silencio.

-Siempre amé ese castillo-dijo Sirius, con la vista fija en el castillo que, con sus miles y miles de ventanas prendidas, brillaba en la oscuridad.-y pensar que ahora podré entrar como un hombre libre.

Nicholas asintió-te lo mereces. Fue injusto lo que pasó.

-Lo fue-susurró Sirius, bajando la vista. Hubo un silencio incómodo por unos segundos, antes de que el hombre continuara-¿sabes? Yo también soy tu padrino.

El chico lo miró sorprendido.

-James y yo quedamos en que nos separaríamos tu custodia. En que, ya que el inútil de nuestro amigo te había hecho perder un padre-Nicholas rió un poco-habrías ganado dos. Pero supongo que con tu madre te basta.

-¿Con mi madre? Me falta, diría yo.

Sirius lo miró, directo a los ojos, como lo había hecho cuando Nicholas había tenido la varita levantada contra él.-Yo pensaba... yo estaba pensando... que... si tu quieres, obviamente... podrías vivir conmigo después de que todo esto se aclare.

-¿Vivir contigo?-repitió Nicholas.

-Solo si quieres... claro.-se apresuró a añadir Sirius. Parecía nervioso.

-¿Bromeas? ¡Claro que quiero!-exclamó Nicholas, sonriendo emocionado-¿cuándo me puedo mudar?

Sirius rió, al tiempo que, detrás de ellos, se escuchaba un grito agonizante. Ambos se voltearon, para encontrarse con el profesor Lupin arrodillado en el suelo. Poco a poco, iba transformándose en un gran y temible lobo. Evan y Pettigrew, que estaban encadenados a él, estaban pálidos del terror, pero aún así, el primero intentaba hablarle al profesor. Sirius y Nicholas corrieron en dirección a donde estaban ellos. Nicholas se unió a sus amigos al tiempo que Sirius se acercaba a Remus y exclamaba:

-¡Todo va a estar bien, amigo! ¡¿Te tomaste tu poción esta noche?!

Lupin terminó de transformarse y se encogió con temor. Nicholas y sus amigos se miraron con una sonrisa, pero, de pronto, Lupin lanzó un aullido aterrador y, de un zarpazo, destruyó la cadena que lo unía a Evan y a Peter. Ambos usaron ese minuto para convertirse en sus respectivos animagos y, el primero, junto a Sirius, que también se había convertido en un perro, comenzaron a intentar retener a Lupin, mientras que Pettigrew, de nuevo convertido en una rata, escapaba con rapidez. Nicholas lo miró alejarse sintiendo como la rabia subía por su interior, tenía que atraparlo. Pero Riley se le adelantó. Puso su brazo frente a él y negó.

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora