16- Al mal tiempo, buena cara

126 24 3
                                    

Enero llegó y Nicholas no podía sentirse peor. Había pasado el Año Nuevo en su cama fingiendo que estaba enfermo cuando lo único que quería era estar solo para poder llorar con calma.

La idea de todo lo que había perdido gracias a Voldemort lo llenaba de rabia, de pena, de amargura. Una amargura que se había hecho presente en los últimos días de Diciembre y que lo perseguía en Enero.

Ese día llegaban los alumnos, y Nicholas lo odiaba. Llegaría al colegio la persona que más le recordaba su vínculo con Iris Melies, su hermano Jasper. Cuanto lo odiaba, cuando odiaba todo lo que tenía que ver con su madre, cuanto odiaba a Lord Voldemort.

Mientras todos los que habían estado en Navidad desayunaban, el decidió ir a dar un paseo por el lago. No quería estar en el castillo cuando se empezara a llenar de ruidos y cosas extrañas. Le hubiera gustado que el tiempo se pudiera echar para atrás. Así podría salvar a James y a Lily, tener un hermano como Harry, y no tener que vivir con la espantosa Iris y su patético hermano, Jasper.

Cuánto odiaba a su madre, y al mismo tiempo no. Como detestaba todo lo que lo había hecho pasar, esas noches en las que había tenido que ayudarla a vomitar, esas noches en vela por los gritos con Bobby, los golpes que el idiota de su novio le había dado a él y como su madre nunca lo había defendido, como nunca había recibido ni un poco de cariño, los gritos de "me arruinaste la vida" que todavía resonaban en sus pesadillas. La odiaba, pero al mismo tiempo mataría por su madre.

La odiaba, pero al mismo tiempo, solo quería llamarla mamá.

Volver a clases el día siguiente no fue algo fácil para nadie. Después de las increíbles vacaciones que todos habían tenido, después del extendido descanso, volver a la rutina escolar era difícil. Para Nicholas, en cambio, era todo lo contrario. El hecho de volver a clases y tener la cabeza alejada de la rabia y la pena que sentía por lo que había escuchado al final de las vacaciones, hacía que agradeciera la vuelta a la rutina.

Fue a desayunar como todos los demás, pero con la diferencia de que, en vez de reír y hablar con sus amigos como siempre lo hacía, se quedó en silencio observando todo lo que sucedía a su alrededor.

Observó a Jasper, que ahora que veía tenía la belleza de su madre, pero un gran parecido a Snape y bajó la vista, al tiempo que un chico de Gryffindor que pasaba frente a su hermano y le decía:

-Miren, ahí está el hijo de Snape. ¿Estás seguro de que eres hermano de Riggs? Porque eres un chiste

Los amigos del chico, que Nicholas ni conocía, rieron, al tiempo que Nicholas volvía a levantar la vista. Miró a su hermano menor, que se encogía de vergüenza y le lanzaba una mirada desesperada a Nicholas.

Nick corrió la vista.


La semana pasó y Nicholas seguía sin entender lo que sucedía a su alrededor. Estaba en un estado de shock, en el que colores y personas perdían la importancia. La rabia que había sentido el año anterior volvía a estar presente en su vida. Si hubiera tenido un Obscurus en su interior, sabía que esa semana lo habría matado. Se sentía enojado con la gente que lo rodeaba por distintas razones, Dumbledore en particular por no haberle contado algo así, Adrian solo por no decir nada que le sirviera, Riley por lo de la escoba, Emily por también estar sufriendo y hacerlo sentir mal amigo por no apoyarla. Todos. Excepto Lupin. Él por lo menos le había dicho la verdad.

Llegó el viernes, y no hubo ningún cambio por parte de Nicholas. No hablaba, comía poco, prefería mirar la mesa en silencio en el desayuno, no hablaba con sus amigos. Era como una planta, simplemente no reaccionaba al ambiente.

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora