25- Lunático, Colagusano, Canuto, Cornamenta y Falco

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Intentó abrir los ojos. No pudo. Estaba mareado, le dolía mucho la cabeza. Volvió a tratar de abrir los ojos. Esta vez lo logró un poco más. Notó que estaba recostado en algo blando. Se puso una mano en la cabeza y se sentó de poco, abriendo totalmente los ojos. Se encontró con la cara de Riley, la de Adrian y la de Emily frente a él, pero no estaban solos. Un hombre, demacrado, flaco y con pelo largo negro lo miraba desde el otro lado de la habitación. Miró a su alrededor. Estaba en una pieza destruida, recostado en una cama raída. ¿Dónde estaba?

-¿Que...

-Mejor no hables, te dolerá más la cabeza-dijo el hombre, desde el otro lado de la habitación.

Sacudió la cabeza, intentando reaccionar del todo, y notó que Riley, Adrian y Emily parecían asustados. Entonces todo volvió a su mente. Recordó al perro atacándolo, recordó el dolor en el pie.

-¿Dónde está el perro?-preguntó, tratando de sacar las telarañas que habían, en ese minuto, en su cerebro.

-Él es el perro-susurró Adrian, con pánico.

Nicholas miró al hombre por unos segundos y entonces... recordó donde había visto su cara. Era Sirius Black.

De un minuto a otro, la rabia tomo su cuerpo y se levantó para lanzarse contra el hombre que había destruido su vida, pero sus amigos lo detuvieron y lo mantuvieron recostado.

-¡ES SU CULPA QUE JAMES HAYA MUERTO! ¡DÉJENME!

-¡Nick! ¡No!-exclamó Emily, que parecía al borde de las lágrimas.

Adrian estaba pálido y Riley tiritaba. Black, al otro lado de la habitación, reía mientras negaba con la cabeza.

-Yo solo quiero venganza-dijo.

-Se ha vuelto loco-murmuró Adrian.

Nicholas miró a Black con rabia.

-¡YA TE LAS VERÁS CONMIGO!-exclamó.

-Vamos, pequeño Nick...-comenzó Black.

-¡NO ME LLAMES ASÍ!

Black levantó las manos en el aire, con la vista fija en la rata, y sonrió-si me dan a la rata, todo esto habrá terminado.

Nicholas dejó que Black hablara mientras él, sigilosamente, se metía la mano al bolsillo trasero del pantalón, por debajo de la túnica, pero notó que su varita ya no estaba.

-Mi varita...-susurró, mirando a Adrian.

-Nos obligó a pasárselas-respondió el chico, que parecía estar al borde de un colapso nervioso. Nicholas recordó lo que le había sucedido el año anterior. Le podría dar un ataque de pánico. ¿Qué hacía ahora? Debía ayudar a Adrian de alguna manera. Los chillidos de Tails, en las manos de Riley no lo dejaban pensar con claridad. Se levantó de la cama, ignorando las miradas de sus amigos y se enfrentó a Black.

-Me quedo yo, ellos se van.

El hombre lo miró por unos segundos y sonrió-eres solo un niño.

-Ese no es el asunto-dijo Nicholas, sintiendo incluso más rabia en su interior-se van ellos, yo me quedo. Esto es entre tú y yo.

-¿Entre tú y yo?-repitió Black, con un tono de burla.

Nicholas no podía más. Quería matar a ese bastardo.

En eso, sonidos desde las plantas de abajo llamaron su atención. Eran pisadas apresuradas. Nicholas esperaba que no fuera Dumbledore, porque se negaba a dejar esa habitación hasta que Sirius Black estuviera muerto y enterrado.

Nicholas Riggs y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora