𝐶𝑎𝑝í𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼𝐼/1

792 56 45
                                    

El soldado demaciano levantó el escudo, intentando protegerse del hostigamiento del general Darius.

Sus miradas se encontraron: aquellos ojos fríos como el acero, paralizaron al soldado. La vida contra la muerte. La intrepidez contra el miedo. El noxiano levantó el filo de su arma y...golpeó.

El poderoso impacto retumbó contra las paredes del castillo. Un jadeo se escapó de la garganta del hombre antes de caer al suelo, inerte. El instinto del guerrero se había disparado de forma abrupta, haciendo que el impulso asesino fuese incontenible.

El noxiano lo observó desde su imponente altura: no era más que otro cuerpo abatido en un charco de sangre y sin vida.

Estaba furioso, colérico y frustrado.

Él y sus hombres, revolvieron cada rincón de las catacumbas de la familia Crownguard. Pero ni las cenizas del coloso, ni la gema Rúnica aparecieron. El guerrero sabía que la misión había fracasado.

Sin demasiado cuidado, arrancó el filo de su hacha de guerra de las costillas de su rival y gruñó molesto. Notaba la sangre hervir desde el interior de su cuerpo, aquella sensación no hacía más que avisarle de que todo podría estar a punto de cambiar.

Se negaba a abandonar Demacia con las manos vacías.

Todavía debía asesinar a Garen.

No le había requerido mucho esfuerzo infiltrarse en el castillo, descuidaban la vigilancia de las criptas y los soldados que custodiaban la fortaleza eran carnaza para sus hombres. ¿Cómo podían ser tan incautos mientras atravesaban una guerra? ¿En qué diantres pensaban poniendo a un atajo de incompetentes al cargo de la guardia de su propio hogar?

Todo resultaba irritantemente inesperado.

Se pasó una mano por su oscuro cabello y se agachó en busca de las llaves que había en el bolsillo del cadáver. De refilón vio una daga de buena calidad que pertenecía al soldado. Él daría un mejor uso que aquel debilucho muerto. Sin titubear se apropió de ella y continuó caminando por el largo y sombrío pasillo hasta llegar a una puerta de roble. Debía de ser el dormitorio.

Hizo una pausa antes de entrar. Garen se encontraba fastidiosamente cerca y su corazón latía con ansia. En cuestión de minutos, el capitán de La Vanguardia moriría bajo el acero de su hacha.

Sin piedad.

Insertó la llave en la cerradura de la puerta y procuró abrirla con pulso firme. Para su sorpresa, la habitación estaba totalmente bañada en oscuridad. Sólo escuchaba su propia respiración agitada. 

Aguardó unos instantes a que sus ojos se acostumbrasen a la penumbra y estrujó de forma ruda el astil del arma con su mano. Mientras se acercaba sigilosamente donde descansaba su enemigo, el deseo de hundir el acero en su cabeza se intensificaba con cada paso.



Luxanna se revolvió en las sábanas perezosamente. Había sido difícil conciliar el sueño debido a la reciente discusión que tuvo con su madre. De nuevo, su tutor volvió a quejarse de su actitud inconformista y curiosa. Al parecer la joven hacía demasiadas preguntas y buscaba un conocimiento superior al que podía ofrecerle.

De no ser por su hermano, Luxanna nunca habría abandonado la fortaleza a la que llamaba hogar.

Sentía curiosidad por todo en cuanto la rodeaba, incluso, muchas veces, sus maestros no conocían la respuesta a sus preguntas o simplemente, no las entendían.

Se permitió un suspiro de autocompasión y estrechó con desazón el mineral de su colgante, recordando que aquella piedra blanca imbuida de resistencia anti-mágica fue un regalo de su hermano Garen, y la joya más preciada que tenía.

REDENCIÓN- DARIUS X LUX ✧LEAGUE OF LEGENDS✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora