𝐶𝑎𝑝í𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑋𝐼𝐼

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Luxanna se puso de pie y pasó un pie por encima de la tina, el agua descendía por su cuerpo. El baño había conseguido eliminar todos los restos de suciedad que la cubrían, pero no lo que había sucedido.

Cuando despertó en aquella habitación desconocida, no podía creer que siguiera con vida, aquello debía de ser un milagro. Su último recuerdo fue estar al borde de la muerte con sus pulmones repletos de humo. Tuvo la horrible sensación de que los poderes se iban de su control, pudiendo haber estallado allí mismo.

Entornó los ojos.

Algunos retazos aparecieron en su memoria junto con una intensa oleada de emociones. Darius la había salvado. La cálida sensación de estar rodeada por sus brazos, duros como una roca, fue exquisita. Aquel cuerpo grande irradiaba calor como una hoguera y aturdía sus sentidos.

Era algo irracional, porque el propósito de él sólo era utilizarla como moneda de cambio, pero no podía olvidar todas las sensaciones que despertó en ella.

Rápidamente sacudió la cabeza. Avergonzada por sus pensamientos... ¿Qué le estaba pasando? Todos esos músculos rozando su cuerpo, fuerza bruta, deberían de espantarla, pero en cambio se quedó fascinada por la fuerza y determinación del guerrero.

Tras envolverse en una toalla, echó un vistazo a su entorno. El espacio era más amplio que la anterior alcoba en Fuertehondo y recargado en decoración. El revestimiento de las paredes estaba esculpido en losas piedra grises, con varios cuadros y tapices adornándolas. Había una chimenea en el centro de la habitación y a los pies, una enorme alfombra de piel. Solo aquello debía de costar una fortuna.

El corazón se le encogió en el pecho. ¿Dónde había ido a parar? Se dirigió a la ventana a grandes zancadas y vio la ciudad en su totalidad bajo un manto de nubes.

Desde la imponente altura de la habitación percibía todo el esplendor de Noxus. Por la claridad del cielo, supuso que serían cerca de las once la mañana.

De refilón vio un atuendo extendido sobre el gigantesco sillón. Parecía estar situado expresamente ahí para que lo vistiera. Ella miró su anterior vestido y dudó. Estaba lleno de suciedad y polvo.

Alguien abrió la puerta y ella se quedó paralizada, con el corazón latiendo tan rápido como el de un conejo.

Apareció una mujer bajita con una bandeja. Ambas se miraron y Luxanna esbozó una sonrisa nerviosa que decía: <<Hola, debes estar tan sorprendida como yo, porque no sé qué hago aquí>>

La mujer arrugó el ceño y se pasó un mechón de pelo cobrizo tras la oreja.

—Os traigo el desayuno, debéis de estar hambrienta. —Su agradable voz tenía un matiz de inquietud.

La demaciana asintió y le hizo un gesto con la mano para que entrase.

—¿Podéis decirme dónde estoy?

—¿Qué dónde estáis? — La noxiana la miró detenidamente. — En el Alto Mando, dónde sino.

Luxanna alzó las cejas, incrédula. No recordaba como diantres había acabado allí. Sus ojos se volvieron a mover con rapidez por la habitación.

—El general os trajo anoche. Estabais inconsciente. —Continuó.

—¿Él me...? —Descendió la mirada. Entonces todo aquello que recordaba había ocurrido de verdad. No era un sueño ni alucinaciones. Su pulso se aceleró súbitamente.

La mujer confirmó con la cabeza. Luego señaló la vestimenta sobre el sillón.

—He venido esta mañana a traeros ropa, pero seguíais dormida.

REDENCIÓN- DARIUS X LUX ✧LEAGUE OF LEGENDS✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora