𝐶𝑎𝑝í𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑋𝑉𝐼𝐼𝐼

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Darius apreciaba con detenimiento las primeras señales del atardecer. El espeso cielo rojizo dejaba ver jirones de luz entre las nubes, iluminando los acantilados escarpados de la costa que flanqueaba la parte trasera y rocosa de Noxus.

Había acatado la decisión del emperador para desposarse con ella; la mujer que raptó y a pesar de todo, había conseguido despertar una parte de él que ni sabía que existía.

Era egoísta, pero quería comprometerse con su papel de protector acérrimo y reclamarla como suya.

La situación ya era de por sí difícil y Darius se arrepentiría de tener que volver a hacerle daño cuando le anunciase la noticia. Lo que era irónico, porque su falta de emociones era lo que lo hacía destacar como jefe militar, pero Luxanna era la única que había conseguido fundir su firme coraza de hielo.

Al ser una noble todo se complicaba más, pero el guerrero estaría orgulloso de su compañera. Quien había llevado toda una vida de sufrimiento y represión por lo que era y, aun así, había desarrollado la fortaleza necesaria para ser capaz de luchar, progresar y perdonar a aquellos que le hicieron daño.

No se sentía merecedor de semejante mujer.

Darius se pasó una mano por la mandíbula, pensativo. Intuyó que la haría feliz disfrutar de una celebración de ensueño, con una ceremonia formal y un grandioso banquete.

Él tenía recursos para hacer aquello posible.

Noxus no estaba rodeada por laderas verdes y extensas tierras fértiles como Demacia, pero a pesar de la temible reputación de la ciudad, tenía rincones verdaderamente bellos, como su bahía. Dónde crecían bosques espesos, pero con una atmósfera íntima.

Con la excusa de visitar el puerto para supervisar el control de las rutas marítimas, probablemente le resultaría más fácil revelarle la noticia si la llevaba con él.

La mente de Darius se cerró como una trampa cuando escuchó un golpe y un grito ahogado al otro extremo del dormitorio. Buscó con la mirada a la muchacha y la encontró fuera de la bañera, sujetando su cuerpo sobre las manos y las rodillas.

—¿Luxanna? — No había acabado de decir su nombre y ya había recorrido la distancia que los separaba. Su instinto de guerrero funcionaba en todo su conjunto, preparado para atacar. Prácticamente bramó: —¿Qué ha pasado?

La joven había tensado sus hombros al escucharle hablar con voz cortante. Intentó cubrir su desnudez con los brazos, pero fue inútil: Darius estaba quieto como una estatua y tenía grabado a fuego en la memoria su preciosa figura jaspeada de gotitas resplandecientes de agua.

—No ha sido nada— Confesó poniendo las rodillas delante de su cuerpo, en un intento de taparse. — Necesitaba el peine y me he resbalado.

El guerrero oteó el suelo. La madera rugosa no era una superficie en la que fuera fácil deslizarse. Además, el objeto para el cabello que ella necesitaba estaba a unos cuantos pasos más donde había caído.

—Te has desmayado.

La mirada de Luxanna debatía una violenta tormenta.

—No. — Replicó al instante con urgencia. Al considerar que él solo se preocupaba por su seguridad, dijo en un tono más apacible: — No me he desmayado, aunque me siento algo...debilitada.

—Sólo ha pasado poco tiempo desde que te recuperaste. — Darius le tendió un gran paño de algodón para que se secara. —Sécate antes de que te rompas la cabeza.

La joven le enseño un bucle de pelo rubio, comprometiendo ingenuamente las suaves curvas de sus pechos. ¿Cómo ella lograba hacer un descalabro en sus sentidos con cualquier gesto?

REDENCIÓN- DARIUS X LUX ✧LEAGUE OF LEGENDS✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora