La luna alumbraba la noche y las luces que traspasaban los ventanales le ayudaban un poco más, sin embargo, seguía en pie el hecho de que ni uno podía notar el rojizo del otro.
Sobre todo, porque su beso complementaba el momento tan romántico. A simple vista, pareciera que el reconocido Tony Stark era un experto en besar pero ahora el Casanova estaba decayendo y no de una manera deplorable, más bien, estaba dejándose llevar enormemente por las caricias del hombre más alto que le daba a su cintura y sus labios fruncidos.
Stephen Strange llevaba el control de la situación y a ninguno de los dos les molestaba, ni siquiera al orgullo de Stark. Era magnificencia absoluta. Con la música de fondo y el dulce sabor al vino, el beso estaba siendo vanagloriado, como si nunca hubiese un encuentro más.
─Anthony... ─dijo sobre los labios impropios el hechicero con una voz casi inaudible; abrió sus ojos poco a poco y apenas pudo ver el rostro de Stark donde sus ojos se mantenían cerrados todavía. Era una tierna imagen por la cual desvanecerse lleno de maravilla.
El nombrado seguía con su mano izquierda sobre el cuello de Strange, mientras que su otra mano se sostenía del pecho del hechicero. Y el doctor lo tomaba de la cintura sin pena alguna.
─No dejes de llamarme así ─pidió en murmuro, casi como una súplica con un toque sentimental.
El Invencible Iron Man continuaba con los ojos cerrados, sintiendo el roce de los labios que acababa de besar y la frente unida a la de Strange. Sentía escalofríos al solo sentir que las respiraciones de su compañero chocaban contra su piel.
─No ─respondió Stephen, con una línea en sus labios que muy apenas podía ser declarada como sonrisa. Seguía atento a los ojos cerrados de Tony, y acababa de percatarse de las hermosas largas pestañas de este─...me refiero que mi lugar de paz lleva tu nombre, Tony.
Y con un suspiro, el de largas pestañas abrió sus ojos que pronto encontraron la mirada del de ojos bicolores. Continuaban enredados con sus brazos, hallaron comodidad allí y no pretendían deshacerla.
─¿Le pusiste Anthony a esa dimensión tuya? ─cuestionó con asombro y un escondido egocentrismo. Stark deslizó ambas manos hasta el abdomen del Maestro de las Artes Místicas. El interrogado asintió, humedeciendo sus labios─ Y, por las dudas o mi curiosidad, ¿puedo saber el por qué? ─añadió, para tomar distancia adecuada mas no con la intención de rechazarlo. El hechicero de inmediato torció sus ojos, no le molestaba pero tampoco se esperaba tales dudas─ Quiero decir, ¿Anthony? ¿Mi primer nombre?
─Bueno, puedo cambiarlo y ponerle Wong ─contestó Stephen. Sonrió de manera juguetona, esperando la reacción de su querido hombre de hierro.
Aquel hombre que peleaba contra Pesadilla echó sus manos a los bolsillos del pantalón, dirigiéndose hasta la entrada de la sala de estar. Tony comenzó a caminar tras él apenas respondió.
─¿Y por qué le pondrías Wong a una dimensión? ─sonó molesto, frunció el entrecejo y desacreditó la idea al instante.
─Um, Wong hace buenos ─Stephen detuvo su camino al sentir un apretón en su saco de vestir que le impedía continuar. Giró su cabeza dándose cuenta que aquella arruga en su prenda fue marcada por Stark─...tés ─concluyó con su contestación; ya no sonaba tan juguetón como en un principio. Le sorprendió enormemente el acto de Stark.
─¿Tengo que hacer buenos tés para llamar tu atención, Stephen?
Para Tony era como si su gran imperio estuviera derrumbándose. Es decir, el vino, la comida, la charla e incluso la música parecía que habían sido en vano por lo que respectaban los comentarios del hechicero.
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PESADILLA | IRONSTRANGE, MARVEL
RastgeleTony Stark sueña con frecuencia estos últimos días, pareciera totalmente habitual, pero los Vengadores en la Torre A también sueñan y no de diferente manera. Agosto, 2019.