Capítulo 22. La Manera de Loki

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Sus oídos estaban aturdidos, no pudo escuchar con atención el conjuro que Pesadilla le había lanzado, pero era indudable que le causó daño en demasía. Doctor Strange estaba débil, la batalla no estuvo de su lado como había pedido a los Vishanti.

Y Pesadilla se burlaba de ello.

—No puedes contra mí, Strange —dictó el demoníaco—. Estás en mis dominios, en el reino de Pesadilla —decía exaltándose, mientras que el hechicero trataba de recuperar la respiración habitual.

Sin embargo, le era imposible recuperar algo que poco a poco los conjuros mortíferos de Pesadilla le estaban arrebatando.

Stephen iba a darse por vencido, envuelto en las llamas del villano, no miró una solución absoluta. Tal vez, tenían razón sobre no enfrentar a uno de los reyes interdimensionales que tenían poderes alarmantes y con una vida infinita...mientras que él, Stephen Strange, era tan solo un mortal.

—Pesadilla...

—Oh, veo que todavía tienes fuerzas para pronunciar mi nombre, terco —interceptó acercándosele a su cuerpo que flotaba envuelto en las dichas llamas—. Pero nada te servirá, Strange, no ahora que estás bajo mi demanda —Y una frívola sonrisa se dibujó en los labios del malvado—. Eres el Hechicero Supremo, pero no lo suficientemente supremo como para dejar de guiarte por tus estúpidos sentimientos mortales —decía mientras agarraba el mentón del aludido, con tal impulso que podría desgarrarle la piel por tan alargadas uñas.

Doctor Strange le dio la razón a Pesadilla, ¡era eso! ¡Estaba enfocándose más en salvar una vida que en una dimensión entera! Y aunque sonaba egoísta por tan solo haber pensado en su amado, debía ver las cosas más allá que solo un alma.

Pero de igual forma, pareciera que era la sentencia final para el Maestro de las Artes Místicas.

¿Esta no es la manera en que creías que ibas a morir, cierto? —Escuchó a su oído...no, a su oído no. En su mente, escuchó aquella masculina voz en su mente. Hablándole desde... ¿Desde dónde? Y más aún, ¿quién?— Podemos cambiar al mundo, Strange. Difícil es, pero no imposible. Puedes brindarles a tus queridos humanos una increíble paz hasta en los sueños derrotando al imbécil frente a tus ojos —decía la voz, y a cada palabra, era más reconocible.

—¿Loki? —dudó el hechicero, aún desde su mente. Mantenía los ojos cerrados. Aquellas llamas absorbían su energía de forma inconmensurable. Y la característica risa entre dientes del dios de las mentiras retumbó en la cabeza del Maestro de las Artes Místicas, a quien incomodó rápidamente— No confío en ti, Loki —contestaba en su mente—. Eres un mentiroso, vives de ocasionar problemas a la gente con tal de no salir perjudicado tú mismo —decía, y con cada palabra pronunciada, su cuerpo se movía—...Tú mismo —pronunció una vez más, en voz alta si no fuera porque su boca era de las partes que continuaban débiles.

Se escuchó como un murmullo, pareciera berrinche por lo inentendible. Enhorabuena, Pesadilla no había escuchado de lo tanto que estaba exaltándose a sí mismo mientras acariciaba y prometía cosas a su caballo fantasmal.

Di todo lo que quieras si quieres seguir perdiendo el tiempo, hechicero —contestó Loki, y en eso Stephen pudo abrir sus ojos dándose cuenta de la patética imagen que daba Pesadilla—. Y si vas a hacerlo, te sugiero que lo hagas escuchándome. Tengo instrucciones para darte.

—No voy a escuchar ni una sola instrucción saliendo de tu boca, traidor.

—Más te vale que sí, Strange. Porque gracias a mí, tus energías están volviendo mientras que Pesadilla proclama victoria antes de siquiera verla.

PESADILLA | IRONSTRANGE, MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora