Capítulo 25. Un amor a través de las pesadillas + agradecimientos

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Situados en la cocina, Tony estaba sentado en la mesa comiéndose una de las galletas horneadas y Stephen estaba dándole la espalda debido a que preparaba un vaso de té para cada uno.

―Un demonio del Infierno, tu vida sí que es interesante ―oponente Tony mientras se ponía de pie para dirigirse al lado del hechicero―. ¿Pero por qué venir a molestarte?

―Dejó un charco de confetti a penas lo derroté ―Stephen contestó rodando sus ojos, de tan solo recordarlo le parecía absurdo―, más que molestarme, es su manera de decir gracias.

―¿Y quién te dio las gracias? ―dudó Stark, recibiendo la fija mirada del de ojos bicolores― Sobre todo por qué.

Strange estaba indeciso sobre contarle a Tony sobre sus malas decisiones, Wong se fue debido a ellas, ¿qué tal si alejaba al atractivo castaño más de lo que ya estaba? Tal vez ya no volvería como esta vez.

―Mefisto, el señor de las tinieblas, vino a pedirme ayuda y yo se la otorgué... La batalla contra Pesadilla era demasiado para mí solo, así que yo también recibí ayuda.

―De Loki ―asintió Tony, entendiendo la situación en la que su amado se vio envuelto. Pero no le juzgaba ni mucho menos ponía en duda de sus decisiones, al final, el mundo estaba viviendo un día más―. Eres un hombre sabio, Stephen, estoy seguro que todo esto valió la pena.

Stark acarició el costado derecho de la cabeza de Strange, recorriendo su mejilla hacia su cabellera. Aquel simple toque hizo derretir al hechicero desde adentro hacia afuera, lo necesitaba.

―Fui demasiado débil hasta para proteger a lo que más amo en esta vida ―pronunció a penas su garganta enredada le permitió, le dolía hablar―, y ahora ni siquiera estamos juntos.

Un desconsolado hechicero se permitió recargar en la frente de su amado, cerró sus ojos dejando que lágrimas recorrieran su rostro. Ahora mismo, por más que quisiera, Tony no podía dejarse quebrar. Debía permanecer recto y consolar al hombre del que se enamoró.

―Mi mejor amigo me abandonó y le fallé al amor de mi vida ―decía con notable sentimiento en la voz, temblando como un niño.

―Steph, cariño... ―murmuró con ternura el hombre de hierro, abrazándolo y dejándolo acurrucar en su pecho.

Ser el Hechicero Supremo significaba llevar muchas cargas en la espalda y, difícilmente, desahogarlas.

Tony podía sentir cómo los dedos del más alto se encajaban en su ropa, Stephen se aferraba en demasía como si después de ese encuentro nunca más volvieran a encontrarse. Fueron catorce días muy difíciles.

Fue un momento lleno de tristeza, a su vez, con sentimientos que revivían al espíritu de cada uno. El olor de su cuerpo combinado con el rico aroma varonil y sus ropas, para Tony era como sentirse en casa. Y Stephen conseguía acurrucarse, protegiéndose en los brazos de un científico, recordando la diferencia entre ambos y así mismo, haciendo memoria sobre el amor que nunca se marchitó.

De pronto, entre el enternecedor gesto, Strange limpió el recorrido de lágrimas para verse poco más presentable ante los bellos ojos que lo enamoraron. Un rostro afligido le devolvía la mirada, el rostro del hombre de hierro le demostraba cuán preocupado estaba por él.

Al unísono se escuchó el nombramiento de uno al otro y viceversa, sonrieron apenados por el encuentro de palabras.

—Tú primero —dijo Tony de inmediato. Ya no estaban abrazados, marcaban una distancia considerable.

—Por los Vishanti, no. Tú eres mi visita, así que... —extendió su mano como ademán de hacerlo pasar primero, pero en esta situación, otorgaba la palabra.

PESADILLA | IRONSTRANGE, MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora