Capítulo 4

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— Vaya, la casa no se quemó después de todo. Si apagaste la estufa, hyung. — puntilló Jimin, en cuanto su hermano aparcó el auto. — Quizás debería llamar a Namjoon. — Jin rodó los ojos. Fue molestado durante todo el camino, por quedar como tonto frente a Kim. Un poco de venganza no estaría mal, ¿o sí?

— Seguro, ¿por qué de paso no le invitas, y te aseguras que traiga a Jungkook? Ustedes congeniaron tan bien, que podríamos tener una doble cita. Ya sabes, yo y Namjoon, tú y Jeon.

Seokjin sonrió vencedor, cuando su hermano lo miró resentido.

— Bien, ya entendí. No tienes que nombrar a ese... — Jimin se interrumpió antes de terminar la frase.

<< No preocuparse por nada  que involucrara a Jeon Jungkook y su estupidez >> recordó. Y el plan, tenía efecto inmediato.

— ¿Ese...? — Seokjin alzó una ceja, divertido. La hora de intercambiar papeles había llegado. Y la mecha ajena, era muy corta.

Ese... idiota. — masculló con desdén. — Si deseas, traélo a tu fiesta imaginaria: cuando seas capaz de hablarle a Namjoon, sin aparentar daño cerebral permanente. — Jimin 2 Jin 1.

Tras rebatir, abandonó el auto a la carrera, esquivando protestas de su hermano. Y percibió sus abultados labios, curvarse en una mueca agria.

Abrió la puerta trasera, sacó las compras, y emigró lo más rápido posible a casa.

La abuela vino a su encuentro.

— Hola, Jiminie — saludó amorosa. — Llegaron temprano. Conociendo a Jin, pensé que les expulsarían cuando la tienda cerrara.

— Afortunadamente, no — se aproximó a ella, y acercó una mano al costado de su boca, como si fuese a revelar un secreto — Creo que le dio hambre. — Comida: ese era el único escollo entre Jin y la ropa. — ¿Y tú, que hacías?

— Estaba a punto de llevarle las pastillas al abuelo. Es un viejo zorro: si no voy personalmente, no las toma, y luego finge demencia. Hubo mejoría en los últimos exámenes, pero no me puedo descuidar.

— Lo sé. El abuelo es terco. Suerte que cuenta contigo para dominarlo.

La abuela rió resuelta: su nieto tenía toda la razón, pero oírlo no dejaba de ser divertido.

— Exacto — le guiñó un ojo — Cualquier cosa me avisas, ¿si?

— Está bien. Iré subiendo estas bolsas. —  oyó a Jin cerrar la puerta principal. — Abuela, ¿ya llegó Tae?

Antes que la señora Byun pudiera responder, una seguidilla de ladridos, viajó desde el segundo piso, y la mujer se encogió de hombros.

— Ahí tienes tu respuesta.

Jimin no perdió tiempo, sorteó las escaleras y alcanzó su habitación, tirando las compras a un lado de la cama.

Se tendió sobre el cobertor. Quería un momento de descanso; solo cerrar los ojos y olvidarse de todo.

Sin embargo, a nada de emigrar al mundo de los sueños, sintió algo húmedo sobre su rostro: Yeontan, el perrito de su hermano, le lamía la cara.

— Tae, estoy cansado de decirte que no subas a Taennie a la cama. —  apartó a la pequeña bola pelos de encima suyo, tras un suave manotazo.

— Yo no fui, lo hizo por su cuenta. — se excusó el menor, con la sonrisa más inocentemente culpable del mundo.

— ¿Es eso cierto? No sé a ti, pero me cuesta imaginarlo. Hablas de un Pomerania, de 20 cm de altura.

Orgullo y Prejuicio [PJM & JJK] ° 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora