Capítulo 5

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— ¡Maldito imbécil! ¡Te odio, Jeon Jungkook! ¡Eres un mal nacido, hijo de perra! — Jimin gritó a todo pulmón, con las mejillas encendidas por la rabia. Mientras le perseguía.

Jungkook corría como alma que lleva el diablo, para evadir al castaño.

Park, más pequeño en estatura, compensaba los centímetros con agilidad, aunque, Jeon tampoco era carente en ese aspecto.

La persecución, tomó lugar en los terrenos de la finca Byun, y ambos protagonistas estaban tan absortos: uno, en escapar vivo y el otro en darle su merecido al primero, que no apercibieron las miradas extrañadas de los trabajadores, en especial Han Sung.

El hombre, dejó su puesto al escuchar los gritos de Park, y quedó estupefacto.

A pesar del esfuerzo de Jungkook por escapar, Jimin demostró mucha más resistencia y determinación.

Su convicción, nacía del enojo y la ira acumulada, y el único culpable, era ese que huía despavorido de sus garras, y a quien había jurado, solo un día antes, ignorar a como diera lugar.

Finalmente, tras una agotadora carrera, Jimin le dio alcance, y el jalón brusco a su brazo, hizo al otro trastabillar.

Aunque despreciaron la fuerza del impulso y la Física, se los cobró caro: ambos cayeron, rodando un par de metros por el suelo.

Jungkook, quedó debajo, recibiendo a Park sobre su cuerpo. Su anatomía impidió, inconscientemente, que éste siguiera dando vueltas y minimizó los daños, pero... el castaño terminó encima suyo.

Por un instante, todo permaneció en absoluto silencio. Los espectadores miraban la escena sobrecogidos, sin embargo, ninguno se atrevió a intervenir.

Jimin, despegó lentamente los párpados –cerrados desde que tocó el suelo– al sentir que su mundo dejaba de girar.

Pero la primera ojeada de realidad no fue precisamente ideal. No cuando el rostro de Jeon apareció a unos escasos centímetros del propio.

Y le miraba fija e intensamente, con tal profundidad, que olvidó por completo la razón de su cólera. Hipnotizado, perdido en esos orbes oscuros y magnéticos.

En el poco tiempo de coincidencia, no tuvo la posibilidad real de detallarlo, tan concentrado en odiarle y enfrentarse.

No obstante, con la nula barrera física, percibió el inusual largo de sus pestañas, y sus intrigantes iris oscuros. Podría tratarse, quizás, de los ojos menos desafiantes que jamás viera.

Profundos y misteriosos; casi galácticos. Le desarmaron y permaneció atónito, incapaz de apartar la mirada.

Y Jungkook naufragaba en iguales dominios. La penetrante inspección sobre Park, le delató. Pupilas dilatadas, claro indicativo de algo que se esforzó inútilmente en negar: le atraía el chico, tal vez no de forma profunda –hace unos días su existencia le era desconocida– pero ahí estaba la sensación, latente.

Entre ellos se extendió un extraordinario magnetismo, una tensión incipiente, cuyo estallido podría ser devastador.

Se admiraron mutuamente, –imposible de admitir en voz alta– envueltos en esa burbuja compleja y persuasiva.

Algo nuevo y probablemente peligroso los sugestionó, hasta que la voz preocupada –e inesperadamente cercana– de Han Sung rompió la atmósfera, y devolvió de lleno a la realidad.

— ¿Jimin? ¿Señor Jeon? ¿Se encuentran bien? — la expresión ajena, –nerviosa y acongojada– era justificable.

Las cortadas y raspones sobresalían en la magullada piel de Jimin: su camiseta de manga corta no hizo un buen trabajo escondiéndoles. Y Jungkook lucía varios cortes en el rosto.

Orgullo y Prejuicio [PJM & JJK] ° 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora