Corazón

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El corazón de Wirt latía con fuerza que el joven podía jurar que en cualquier momento, su aterrado y terco órgano saldría de su pecho para huir como un cobarde y dejarlo atrás. Claro que eso no pasaría, físicamente era algo imposible, pero el pánico que estaba experimentado en esos momentos hizo que su propio razonamiento comenzar a flaquear de una manera totalmente cuestionable. No sabía qué pensar o qué hacer.

Un nuevo golpe a la puerta de la habitación le hizo gritar de terror puro cuando parecía que estaba a punto de ceder. Los golpes habían transcurrido hacía unos minutos, uno más violento que el anterior. Sólo era cuestión de tiempo para que la puerta cediera y cuando pasara, entonces el estaba perdido.

No podía seguir, pensó al lograr mover sus piernas y correr a la ventana, abriendo de par en par. El helado viento de la noche poco le importó, así como los riesgos de saltar de la planta alta de la casa cuando escuchó el estruendo de la puerta, cuando las bisagras cediendo a los golpes.

—Hola, Wirt —saludó el hombre alto y pálido que pasó a la habitación con una inhumana calma— ¿Por qué has cerrado la puerta? —preguntó como si no hubiera roto la puerta, como si en su mano no sostuviera un afilado cuchillo.

—¡Alejate de mi! —gritó, listo para saltar. Ya nada tenía valor, sólo quería alejarse de ese hombre. Estaba preparado para una caido que jamás llegó.

En cambio, lo único que llegó a él fue el punzante dolor en su muslo derecho cuando fue apuñalado sin piedad. Fue tanto que ni siquiera pudo sostenerse cuando fue jalado bruscamente de nuevo al interior de la habitación.

Cayó de bruces al suelo boca abajo sólo para ser manipulado como una muñeca de trapo por su agresor. Sus ojos temblorosos y ahogados en lágrimas no tardaron en encontrarse con los excéntricos ojos de colores de Jack. Aquellos ojos en los cuales se había perdido cuando se enamoró por primera vez y de los que ahora podía jurar que sería devorado por estos.

—Jack no hagas esto —ahogó un quejido de dolor cuando el cuchillo abandonó su muslo—. Por favor, te lo suplico, no me mates.

—¿Te acuerdas de tu promesa, Wirt? —preguntó el mayor, ignorando sus súplicas—. Decías que me amabas, decías que tu corazón era mío ¿Sigue siendo mio, Wirt?

—¡Si! Si, es tuyo, lamento haberte engañado —sollozó, sintiéndose como el mismo idiota atrapado en ese tonta infidelidad—. Pero te sigo amando, Jack. Mi corazón es tuyo.

Jack se subió encima de él, con un curioso cuidado de no pisar su pierna lastimada, Una sonrisa simpática apareció en su rostro demasiado escalofriante para esos momentos.

—Me alegró escuchar eso, Wirt —dijo Jack sosteniendo su cuchillo con más firmeza—. Pero ya no confió en ti, me aseguraré que tu corazón siga siendo sólo mío.

Su corazón desembocó de nuevo al sentir como el filo del cuchillo se clava con fuerza en él, Jack cerró los ojos un momento al sentir la cálida sangre manchar su rostro.

Wirt estaba aún consciente varios segundos, siendo lo último imagen de su vida a Jack, bañado en sangre, dispuesto a acuchillarlo de nuevo. Cuando se desmayó por la pérdida de sangre para jamás volvió a despertar.

...

Cuando las patrullas llegaron por las llamada de algún vecino preocupado, Jack se encontraba sentado en el vestíbulo de su propia casa. Estaba sentado en las escaleras que daban a la entrada y parecía encogerse en sí mismo, con la vista pegada en el suelo con algo entre sus manos. La llegada abrupta de la policía no le sorprendió en lo absoluto, de hecho era comprensible. Entendía totalmente a quién lo haya señalado.

Los oficiales salieron de sus vehículos, con sus armas en mano, apuntando directamente hacia él. Suponía que estaban asustados, pero tampoco los podía culpar.

—Señor, quiero que levante las manos ahora mismo —dijo uno de los oficiales, demasiado firme.

Jack se levantó sin subir las manos, adentrándose a la luz de las patrullar. Eso era un riesgo estúpido, pero realmente no podía permitirse levantarse las manos, en especial cuando tenía algo tan valioso en ellas.

—Lo lamento, no puedo levantar mis manos por ahora —se disculpa ante la mirada asqueado de todo antes de darle otro mordisco al corazón cercenado de Wirt. Aquel corazón que le pertenecía sólo a él y que ahora ya no podían quitárselo.


Fin.


Bueno, este es el primer día, espero que haya sido de su agrado. Pueden comentar que les pareció y ... no prometan sus corazones, eso es peligroso. Nos vemos mañana.

GoretoberWhere stories live. Discover now