Sagrado

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Jerome Valeska era un chico malo. Desde pequeño o al menos desde que tenía memoria eso era así; él era malo, estaba retorcido y era una desgracia. Él estaba de acuerdo con eso, después de todo no habían muchas opciones para elegir sobre su propia percepción o sería escuchado si opinaba diferente. Si su madre, su tío o cualquier persona decía que era él, no tenía problemas con ello.

Su pequeño hermano - aunque gemelos, seguía siendo el menor - era lo contrario a él. Jeremiah era más tranquilo, Jeremiah era más inteligente, Jeremiah era todo lo que Jerome no era y eso estaba bien. Jeremiah era un chico bueno, el "consentido" si consideramos que la ausencia de golpizas sea un privilegio y no era una maldición como él lo era. Y eso también estaba bien.

A pesar de las grandes diferencias que había en ambos, eran unidos casi inseparables, o al meno era lo que él quería pensar, después de todo eran hermanos, estaban juntos incluso antes de que nacieran, por lo tanto que natural que estuvieran así ¿no? sería una locura que no lo fuera.

Trataba de ser un buen hermano para Jeremiah, lo cuidaba y procuraba, incluso cuando sentía que no debería hacerlo, lo hacía. Como en aquella ocasión que le había pillado descuartizando a un pequeño gato callejero. El pobre animal pasó a ser sólo un despojo de carne, huesos y sangre. Y su hermano, su pequeño y perfecto hermanito se mantuvo imperturbable. Se veía tan lindo manchado de sangre que había valido la pena incriminarse el mismo por aquel asesinato cuando se descubrió, recibiendo una brutal paliza por parte de su madre.

Eso no le importó en lo más mínimo, siempre y cuando su hermano estuviera a su lado.

—No tenías que hacer eso —reprimió mientras trataba sus heridas. Parecía enojado, pero al ver su pequeño rostro algo arrugado por su adorable puchero, no podía tomarlo en serio.

—Ya lo se —ahogó un pequeño quejido de dolor cuando aplicó alcohol en sus heridas—. Sabes que solo quiero protegerte, Miah.

—Si, lo se —suspiró resignado—. A veces no me gustaría que hicieras esto, no es justo.

—Bueno, eres mi hermanito —. Se encogió de hombros cuando terminó. Seguía adolorido, pero al menos yo era algo tolerable.

—Somos gemelos, Jerome —corrigió como siempre.

—Igual, tengo que protegerte —. Antes de que el menor siguiera reprochado, le tomó de rostro para callarlo con su boca, en un beso que no era realmente fraternal que sin embargo, era muy natural para ellos.

—No me convencerás con eso —refutó el menor de los gemelos, terco a dar su brazo a torcer.

—Valía la pena intentarlo —soltó una risa que le llegaba a doler por el esfuerzo y que sólo ganó la negación de su querido hermano. Aunque era claro que se preocupaba, o eso al menos quería creer también.

Porque no importaba las cosas malas que Jeremiah, él era bueno, él podía hacerse cargo de todo, mientras se aseguraba que nada malo pasará. 

GoretoberWhere stories live. Discover now