El seguía escuchando el sonido de la música como un vicioso pasado las 3 de la madrugada mientras tomaba otro trago de aquel amargo ginebra que le quemaba la garganta y le hacía sentir que su lam se separaba de su cuerpo, convirtiéndose en dos entidades completamente distintas. Eso no podía pasar si llegaba a consumir más alcohol que su cuerpo le permitía y entrará en un coma etílico; no es como si le llegara a importar.
Sabía a conciencia que las acciones no era justamente las adecuadas en esos momentos debería estar sobrio y dormido como todas las personas normales. Pero él no era normal. Para nada, eso sería se igual que los demás y eso era algo que James Moriarty le hubiera indignado.
La música se detiene al fin a lo que su lujoso departamento quedó en completo silencio. Suelta una maldición sin ningún propósito real y la pone de nuevo ¿Cuántas veces ha reproducido ese disco esa noche? ¿Tres? ¿Cuatro? No estaba seguro y su grado de alcoholismo no le ayudó tanto como había esperado. Tampoco es que hubiera llevado la cuenta. No con esa música.
Volvió a lo suyo y mientras seguía torturando con la bebida, el sonido tan familiar de violín se sumergió en la nostalgia recordando los buenos tiempos en los cuales no había necesidad de poner un estúpido disco para escucharla. Cuando Sherlock, su querido Sherlock le tocaba esa música, sin importar la hora, pues era un insomne tan temperamental como él.
En fin, las cosas no siempre salían como uno quería y uno siempre debía de tener alternativas. YU si bien, perderse en el alcohol no parecía una buena idea para ahogar la pena que Sherlock jamás volvería a tocar para él, sabía que había tomado un pequeño as bajo la manga para que el impacto fuera menos doloroso de lo que ya había sido. Y funcionó, la ginebra era sólo un pequeño descanso por el esfuerzo, no la solución ¿qué clase estúpido podía poner a una botella como la parte de la solución como algo? Él no era así.
Cuando el disco había terminado de nuevo, el cayó inconsciente en su sofá.
...
Hoy era un buen día, Los nubarrones grises de Londres parecían invadir todo a su paso, amenazando con dejar caer su agua en los apresurados ciudadanos que sólo trataba de seguir sus mediocres vidas en paz. La falta de luz hacía que su departamento se viera más opaco, lo cual era un total alivio las dos aspirinas que había tomado en la mañana.
Se podía decir que estaba bien, que había asimilado todo y ahora podía seguir adelante; ¡incluso estaba preparando el desayuno! si, realmente no podía quejarse de nada.
—Jim —La voz de Sherlock retumba en su cabeza como un mal en pena y él sabe que por fin a despertado. Termina de servir las tostadas que había hecho y se una a Sherlock que sigue atado a una de las sillas de comedor, tal y como le había dejado ayer después de.. arreglar sus diferencias.
—Tranquilo, estoy aquí —dijo antes de comenzar a cortar su comida.
La noche anterior había sido horrible para ambos cuando le había reclamado a Sherlock que tocaría música a las demás personas, siendo su tonta excusa que era músico, que a eso era justamente a lo que se dedicaba y que lo mejor era terminar con eso, que ya no soportaba sus celos enfermizos
Eso no enloqueció. literalmente ¿Qué no se daba cuenta que eran el uno para el otro? No podían estar separados, él no podría vivir sin él, sin su música. Pero ahora estaban bien, él se había encargado de que nadie le escuchara tocar, aunque tuvo que hacer un sacrificio en el proceso.Las cosas buenas nunca se obtienen sin no das algo a cambio.
—Vamos, SHerlock, necesitas comer —pico un pedazo de salchicha para hacer que comiera. Tenía que admitir que la actitud arisa de Sherlock le exasperaba y tener que darle de comer era fastidioso. Pero el hecho que no tuviera manos había sido su culpa, así que tenía que ser responsable ¿Quién sabe? Estaba siendo romántico con eso, podría a volver a ser como antes. Tenía fe en eso.
Fin.
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Goretober
Terror31 relatos llenos de sangre y un poco más que trama de diferentes fandoms