Asfixia

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Los primeros rayos de sol aparecieron por las rendijas de aquella celda oscura y húmeda en un momento sincronizado en la que Hao Asakura había despertado; o mejor dicho, había recuperado el conocimiento después de la brutal paliza que le habían puesto el día anterior. Esos cobardes habían entrado su celda a "darle una lección antes de día de la fiesta" golpeándolo como si no valiera nada. Su cuerpo fue decorado por moretones morados y negros que sólo eran una marca de martirio que sentía en el interior.

En otros tiempos, eso le hubiera molestado, mucho, pero ahora entendía que ya no importaba nada. Nada en ese día importaba nada ¿Por qué lo haría si de todas formas iba a morir? Así que se limitó a levantarse como pudo para seguir con esa mierda.

Trato de ignorar el dolor mientras el proceso de su ejecución pasaba frente a sus ojos; su última comida que apenas pudo ingerir nada, la negación en busca de algún apoyo espiritual - dudaba que le creyeran- y la despedida de sus seres queridos - los cuales no se habían presentado, pero sabía que eso pasaría- y pasar sus últimas horas con la mayor humanidad y dignidad que se podía permitir.

Cuando dieron las 3 tarde y el sol estaba en su punto más alto lo sacaron finalmente de la prisión hacia el pabellón donde una multitud enaltecida se había reunido.

Su semblante tranquilo cambió a uno molesto en cuestión de segundos al ver la muchedumbre ¿Por qué la indignación era contra él? ¿Qué había hecho para merecer ese odio?

—Hao Asakura, un paso adelante —el no dudo en hacerlo, viendo la soga que estaba enfrente de él—. Ha sido encontrado culpable de varios cargos de asesinato y ha sido juzgado a morir en la horca ¿Se encuentra consciente de su situación? —La pregunta le hizo rodar los ojos ¿Qué clase de pregunta era esa?

—Por supuesto que sí ¿Por qué otra razón estaría aquí? —preguntó con la arrogancia propia de su ser—. Oh sí, darles una espectáculo ¿cierto?

Sus preguntas no obtuvieron una respuesta más que un jalón a la pequeña banca y otro más a su cabello cuando la soga abrazo a su cuello. Su vida ya no era suya y en esos momentos miro a todos esos hipócritas que lo miraban con asco, como si fueran superiores a él ¿No se daban cuenta que eran iguales? Ellos deseaban ver la muerte como él lo había hecho con esos seres tan diminutos.

No esperaron a que pronunciara sus últimas palabras y el banco en la que se sostenía su cuerpo fue arrebatado; la gravedad hizo su trabajo y lo sujeto se abrazo el último aliento. Y estaba agradecido de acabar con todo, ese falso teatro en la que no quería participar. 

GoretoberWhere stories live. Discover now