Capítulo 5: Un regalo.

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Los días pasaban en tremenda rutina en los que Taehyung extrañaba la libertad de estar en su propio hogar. Si bien las cosas no estaban tan mal como un comienzo, seguía siendo un pájaro enjaulado que solo podía soñar con volar  ya cumpliéndose cinco meses desde su secuestro mientras la incógnita de quién le había secuestrado se mantenía.

—Lia... ¿Lia? —su mirada recorría el entorno en búsqueda de la ajena, más no dando con ella. Cosa rara pues le solía avisar cuando salía, no siendo por más de tres horas. Tres horas en las que era encerrado en su habitación pues era obvio que tres horas en soledad y sin mayores ataduras le permitirían escapar de alguna forma u otra. 

Su mirada, ahora en silencio, siguió recorriendo el lugar. Realmente extrañado por la ausencia de aquella. Estaba por anochecer y la idea de que finalmente podría escapar de su jaula le  llenaba de ansiedad, ansiedad que intentaba contener para no hacer una mala jugada; aunque si era sincero, en su tiempo a solas, ya había pensando en un par de formas de escapar. Solo estaba esperando el momento indicado. Una espera paciente al temer cometer un error, ser capturado y castigado quien sabe como. El solo pensar en las formas, un escalofrío le recorría la espalda junto a un reproche en su abdomen al contraerse involuntariamente.

—¡Lia! —esta vez alzó la voz en espera de una repuesta. Aquella no tardaba en responder, más si se trataba de un grito. Aquella tenía cierta reacción alarmada cuando alguien alzaba la voz, no notó no solo consigo mismo, si no que cuando habían venido sus violadores.

Se asomó en la ventana aún incrédulo. Si la ajena no estaba, ya había perdido demasiado tiempo buscando señales de aquella. Al parecer, finalmente había llegado el momento para actuar. Aún ansioso, fue a la cocina en busca de unos utensilios que creía que le podían servir; desistiendo de la idea cuando apenas logró tomar el uslero. La puerta principal se abría y él no supo como regresó a su lugar la herramienta para entonces ir en dirección a la puerta intentando camuflar el creciente nerviosismo que le traía el pensar el haber sido visto. Aunque a su vez, tenía formas de excusarse.

—Lia... —pronunció al confirmar que era ella.
—Perdón salí de emergencia y no pude avisarte, incluso me salté el protocolo. —ella cargaba una caja azul oscuro, se veía elegante, casi como si fuera el envoltorio de un regalo.
—No pasa nada. —suspiró aliviado, ella no parecía tener preguntas con respecto a su visita a la cocina. Quizás ni se había enterado; cosa rara pues había notado unas cámaras que le hacían creer que estaban vigilados por otras personas. Misma razón que le hacía pensar que la ajena, de alguna forma, también era prisionera. 
—Sí pasa, pero bueno, dejemos eso en el olvido. ¿Tienes hambre? 
—¿Por, por qué? —mierda, si le había visto. Tragó saliva en búsqueda de la mirada femenina, mirada que no capturó pues aquella tras haber dejado la caja en la mesa principal; se fue directo a la cocina. 
—Porque no te dejé comida y supongo que no haz comido nada desde la tarde. Siguiendo el horario de comida que tienes a diario, hace dos horas debiste de comer...  y además, te vi en la cocina desde afuera. 
—Tranquila, podemos comer ahora. —intentó restarle importancia al asunto, cosa que al parecer funcionaba.
—Sí, aunque tardaré en cocinar. 
Puedo esperar. 
—De acuerdo, cocinaré algo ligero...
—Por mi esta bien.  —el silencio se hizo presente, junto con ello su mirada se fue a la caja azul.  —Tenía real curiosidad al respecto. Curiosidad que aumentó en cuanto notó que aquella tenía una tarjeta que le daba señales de que si era un regalo, ¿era quizás el cumpleaños de Lia?
—Esa caja...
—Es tuya. Es un regalo para ti.
—¿Para mi? —emocionado y algo exaltado pronunció, le gustaban los regalos. Pero no había razón para recibir alguno. Menos en esas circunstancias. Además ¿quién? ¿por qué? muchas preguntas mientras su mirada se paseaba entre el regalo y la mujer. 
—Sí, para ti. Pero, no puedes abrirlo hasta que comamos. Tampoco es necesario que lo abras aquí, puedes hacerlo en tu habitación. Pero lo único que te pido es que lo abras luego de comer. —aquella le observó de reojo. Cosa que le hizo pensar que aquella conocía el contenido, quizás era un regalo de su parte. 
—De acuerdo, esperaré.

Cercanos a una hora, los platillos eran servidos aunque el apetito de Taehyung parecía haber desaparecido. La curiosidad por la caja le hacia pensar en las posibilidades mientras jugaba con la comida al esparcirla en el plato y apenas probar bocado. 

—Come, Taehyung. El regalo no escapará. —aquel asintió al reproche, enfocando solo entonces su mirada en el plato. Tras ello, tal cual aspiradora, comió cada alimento que descansaba sobre el plato. Procurando no atorarse, bebió del agua que acompañaba y con ello tragar con mayor facilidad. ¿La razón? no quiso que le fuera arrebatada la caja. No sabía que contenía, por lo que no esperaba algo en especifico, sin embargo, el recibir lo que fuera le hacia ilusión.

—Tranquilo, te dije que el regalo no irá a ninguna parte. —él simplemente asintió. Cosa que a ella le causó gracia, era justo como un niño pequeño. Era obvio que sus ganas por saber lo que había en el interior ella mayor, curiosidad que de alguna forma compartía, más cuando aquella caja había sido recibida directamente de las manos el jefe. La única orden que recibió entonces era que fuera cuidadosa, que si la caja se caía el regalo se podía estropear. 

Ella se puso de pie y comenzó a retirar la mesa, con la calma de siempre, no esperando que el ajeno también se pusiera de pie a ayudarle. A veces lo hacía, pero era algo poco frecuentemente; más en un comienzo que ella se negaba a la ayuda de aquel, de apoco terminó cediendo y no tomarlo de mala forma. Quizás era la razón por la que Taehyung solo lo hiciera en ocasiones.

—Anda, ábrelo, que la curiosidad te come. —él asintió y fue directo a la mesa, tenía la posibilidad de abrir el regalo en la intimidad, pero, prefirió compartirlo con la ajena. Pese a que al leer la nota se dio cuenta de que no era la autora del obsequio.

"Pronto tendrás noticias de mi, hasta entonces espero el regalo compense en algo los malos momentos que viviste."

—¿Esto es...?
—Del jefe. —Taehyung se quedó pensativo, ¿estaba bien abrir un regalo por parte de su secuestrador? ¿Por qué razón aquel le daría algo? ¿Algo que compense lo qué él mismo había causado?   Lia miró con atención a Taehyung, la expresión en el rostro de aquel delataba lo extrañado que aquel estaba por la situación. 

—Si quieres te dejo a solas... —antes de que ella lograra ponerse por completo de pie, él le tomó de la diestra, sujetandole y a su vez pidiéndole con la acción que no se fuera. 
—Quédate. Eres quien más le conoces, además, no quiero verlo solo... —murmuró, aunque sonaba con seguridad. Ella sintió y siguió haciéndole compañía. Tras ello el agarre desapareció, la nota fue a descansar sobre la mesa y Taehyung tiró del lazo que mantenía cerrada la caja, tras ello quitó la tapa, asomando la cabeza para entonces observar un frasco. 

—¿Un frasco? —el objeto era demasiado evidente como para equivocarse pese a que aún no lo sacaba del interior de la caja. A su vez, su mirada fue en búsqueda de la ajena, notando como su expresión había cambiado, seguramente ella ya intuía de que trataba.

—Lo voy a sacar...  —ella asintió, entonces él con ambas manos tomó el frasco. No era demasiado grande, pero tampoco lo suficientemente pequeño como para tomarlo con una mano, más cuando parecía contener algo. Lia no tardó en ayudarle al sujetar la caja y no le interrumpiera a Taehyung. 

Su mirada curiosa fue directo al contenido, al ser un frasco de cristal, no había necesidad de abrirlo para ver su contenido.  Aunque, la sorpresa casi lo hizo estrellar contra el suelo. 

—¿Unos penes? —parpadeó lento, demasiado lento. Cuestionandose el si eran reales o no, junto con ello un escalofrío que le hizo mezclar los sentimientos. Apresuradamente dejó el recipiente sobre la mesa, apartándose del mismo. 

—¡Son unos penes! —simplemente no sabía como reaccionar. Ni tampoco sabía si ello siquiera se podía considerar un regalo.

—¿Unos penes? ¿es broma? ¿son falsos?  ¿por qué coño iba a querer yo unos pitos de quién sabe quién?  ¡Woaah! —cerró los ojos encorvando la espalda y luego arqueandola al no saber que hacer.

—Tranquilo, Taehyung.
—¿Tranquilo? ¡Me acaban de regalar los pitos de no sé quién! 
—Lo sé, pero...
—¡Pero nada! ¿Qué clase de psicópata es tu jefe? —regresó a la mesa, mirando nuevamente el frasco, esta vez con nauseas que casi le hicieron vomitar ahí mismo. 
—¿Al la próxima qué, me regalará unas tetas? —ella estaba sería, comprendía la reacción de Taehyung, aunque no le sorprendía el regalo. Era obvio, más cuando el jefe se enteró lo que habían hecho los violadores. 
—Mierda, esto es una locura. —Taehyung comenzaba a hiperventilarse, por lo que tuvo que sentarse. 
—Son los penes de tus violadores. —Lia le informó, no sabiendo si eso cambiaba en algo la situación; pero al menos quería quitarle el peso y posible culpa de que fueran los órganos de unos inocentes.
—¿Mis violadores?
—Si, y por eso la nota. El jefe cuando se enteró, se puso como loco y fue en su búsqueda. —sentimiento raro nacía en Taehyung, no era que le alegrara la situación; sin embargo, le producía cierto alivio. Cierta gratitud, aunque no del todo, porque si había pasado por todo ello era por culpa de su secuestrador. Además le nacía cierto miedo, si aquel era capaz de cortarle los pitos a unos tipos, aunque fueran violadores, la gente no frecuentaba andarle cortando nada a la otra gente delincuentes o no. ¿Qué tan peligroso podía llegar a ser? 

Una angustia le llegó. Aún no conocía el rostro de aquel, pero todo indicaba que era un tipo peligroso. Comenzando por el secuestro, que tampoco era una acción muy cuerda. Demasiados pensamientos.

—Me, me iré a dormir. —sin más Taehyung pronunció, pese a que dudaba el poder hacerlo.
—Claro, ve, mañana sabrás que hacer con el frasco. —él simplemente asintió, desanimado.

El idol que desapareció.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora