Pérdida de control (+18).

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—¡Jungkook, detente... por favor! —Natalie gritaba realmente asustada mientras Jimin seguía conduciendo haciendo oídos sordos quizás por miedo, pero aquel había decidido colocar la radio a volumen alto, lo suficiente como para no oír los gritos de Natalie. 

Era simple, si no escuchaba ni veía, no sentía culpa. Ni esas ganas naturales de querer hacer algo al respecto pese a que sentía que Natalie se merecía todo lo que estaba pasando, aunque sabía que debían de haber limites; por esa vez decidió no hacer caso. Quizás porque parte de él le tenía miedo a Jungkook. Más bien, al quedarse sin él. 

—¡Que me sueltes hijo de puta! ¡Violador! —si había algo que odiaba Dieter era el que le etiquetaran como violador. Había pasado cuando Taehyung le había llamado así, y el que ahora lo hiciera Natalie le enfermaba aún más.

—Estas en lo cierto, soy un completo hijo de puta y violador, no sabes cuanto. —casi como si de una muñeca de trapo se tratara, Natalie había quedado boca abajo, en una posición sumamente incomoda por el poco espacio que Dieter aprovechó a su favor. No perdiendo el tiempo pues le había desnudado de la parte inferior a tirones, siendo la fricción del jeans el que quemó levemente la piel de las piernas.  Ella se removió en un acto desesperado que terminó con ella recibiendo un certero golpe en la mejilla derecha, con ello el llanto se hizo presente y la sangre del labio al haberse mordido a causa del golpe. 

—Será peor si no te quedas quieta, ¿sabes? —le susurró, tras ello le besó la mejilla hinchada por el golpe. Casi como si aquel no midiera la gravedad de su acto.

—Estas demente, Jungkook. 
—Me caga que me confundan con ese maricón. Soy Dieter. DIE-TER. —le observó con atención, acariciando la carga cabellera de ella,  lisa y castaña. Misma que utilizó de agarre al capturar la totalidad de las hebras en una cola que sostenía con la diestra mientras la zurda envolvía su propia erección en dirección al sexo femenino. 

El glande rozó los labios de aquella  nada lubricada vulva, en un juego previo para su propio disfrute pues el ajeno no le interesaba. Tampoco le interesaba el que Jimin estuviera presente, a ratos observando la situación por el retrovisor quizás por el miedo que el bailarín sentía por aquel pues el bailarín no parecía sorprendido por la aparición de Dieter ni el cambio en la personalidad de Jungkook.

—No lo hagas, por favor, no haré nada más contra ti. Incluso dejaré de investigar... —pronunció desesperada entre un llanto que estaba a punto de ahogarle. 

—No me interesa el que sigas investigando, ¿crees que no sabía que lo hacías? todo lo que haz logrado encontrar de mi es porque yo lo he querido así.  Tú al parecer realmente subestimas mi inteligencia. —pronunció sin preocupación alguna. Cosa que causaba mayor miedo en Natalie, si el ajeno estaba tan relajado es porque no sentía culpa por haberle golpeado no por estar a punto de violarle. ¿Entonces, qué se supone que haga?

Si habían personas con las que era difícil de tratar era con las que no sentían culpa, remordimiento por sus actos. Unos reales psicópatas. ¿Jungkook era uno y recién se daba cuenta? ¿Y quién era ese Dieter?

—Creo que hace falta más acción. —sin esperar más, se introdujo por completo en el interior de Natalie, sin cuidado alguno y sin importarle la nula lubricación, el movimiento de cadera comenzó de manera  enérgica, en lo que volvía quedar en claro que era su propio placer  y no el ajeno. Mientras ella sentía como si interior se desgarraba en búsqueda de resistencia a la incomoda fricción en su interior, fricción que provocaba un doloroso ardor que ella deseaba terminara pronto.

Los minutos pasaban y la tortura parecía ser eterna, aunque la resistencia era mejor, posiblemente a causa de su propia sangre que le proveía algo de lubricación en el peor sexo de su vida.  No había notado siquiera cuando el vehículo se había detenido mientras sus manos buscaban aferrarse de donde fuera, sintió como su violador llegaba al orgasmo y con ello esperaba se terminara la tortura que para ese entonces le tenía sumisa ante el acto. Estaba cansada y adolorida. Rota. 

Segundos después, Jungkook o Dieter, la misma persona a su parecer, se quitó de encima; abriendo entonces la puerta tras acomodarse la ropa y tomar posición en el copiloto.  El silencio pareció ser eterno mientras ella también acomodaba su ropa en movimientos lentos, torpes, que evidenciaban el claro dolor que sentía. 

—Bájate, estas en casa. —sin ápice de compasión o remordimiento Dieter pronunció. En aquel entonces la radio había dejado de sonar, mientras ella confirmaba que en verdad estaba fuera de casa, ¿cuanto tiempo llevaba ahí?  no lo sabía. 

—No sé en que te has convertido, Jimin. —pronunció antes de cerrar la puerta, pues aquel pudo haber prevenido todo. Era quién conducía, era quién podía hacer algo. Pero decidió hacerse cómplice ante aberrante situación que había sembrado el miedo en Natalie y quizás una real sed de venganza, eso si es que lograba reponerse. 

—Anda, conduce. —Dieter le ordenó al bailarín en cuanto estuvieron a solas nuevamente.
—No quiero. 
—¿No quieres? ¿sabes lo qué eso significa? —el silencio se hizo presente por parte de ambos y en ese mismo silencio Jimin volvía a encender el auto para entonces regresar al hogar de Jungkook, claro, eso si es que Dieter no tenía otros planes. 

¿Qué estaba ocultando Jimin? 

El idol que desapareció.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora