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No puedo creer que seas tan estúpido. —mis manos en la cara hacían que casi no se escuchara lo que digo, pero por el grito de desesperación de mi primo, supuse que sí me había oído.

Saco las manos de mi cara y me apoyo en el auto con los brazos cruzados. Renjun caminaba en círculos con las manos en la cadera.

¿Yo soy el estúpido? ¿Acaso fui yo al que se le olvidó ponerle gasolina? —se sentó en la vereda, apoyando sus manos en las rodillas.

¿De quién es el auto? —repliqué.— Mira, ¿Sabes que haré? —tomé mi mochila que estaba en el copiloto.

¿Ir a comprar gasolina? —pregunta con voz esperanzada.

Irme. —me subí a la vereda, y al pasar al lado de él, le desordeno el cabello. Levanta la mano y retira la mía.

¡CHITTAPHON!

No volteo y sigo mi camino.

Por la mierda, voy a llegar todo sudoroso, sabía que tenía que traer la tarjeta del bus. Caminando media hora en verano, EN VERANO.

Después de lo que pareciera una eternidad caminando, un auto pasa al lado mío. Dejo de mirarlo para no parecer un mirón y reviso mi celular disimulando estar ocupado.

Oiga, déjeme hacerle la maldad a ese cuerpazo. —me di media vuelta dispuesto a quebrarle el parabrisas, pero algo me detuvo, no sé porqué.

No puede ser. —exclamé riendo sin gracia.

Súbete.

¿Qué te pasa enfermo? ¿Y cómo conseguiste gasolina?

Había una gasolinera más cerca de lo que crees, ahora súbete. —abrió la puerta y yo de una patada la cerré.

No gracias, aparte ya estoy que llego. —me di media vuelta y seguí caminando.

Ten, piensa rápido. —me volteé y recibí un botellazo en todo lo que se llama boca/hocico como quieran llamarle, lo que me hizo caer de culo, que hijo de su mamá.

Escuché como se reía para luego irse.

No pasaron ni dos segundos cuando siento que para el auto y se baja, yo aún con los ojos cerrado.

¿Estás bien? —alto ahí, esa no es la voz de mi primo.

Abro los ojos lentamente y veo a un tipo que nunca antes había visto, y que me pone una mano debajo de la cabeza.

Sí, estoy bien... creo.

Me ayuda a pararme y se agacha para recojer la botella y mi mochila. Caminó hacia su auto y dejo mis cosas en el copiloto, luego rodea el auto y se sube.

Sin decir nada, entendí y me subí también.

El trayecto fue silencioso, en realidad no había nada que decir, quizás, podría ser un secuestrador o un asesino y mi silencio podría salvarme la vida.

¿A dónde vas? —pregunta sin mirarme y de pronto me siento asustado.

¿Has estado conduciendo diez minutos y recién ahora te dignas a preguntarme a dónde voy? —trato de sonar indiferente.

Estaba siguiendo a tu novio, pero luego lo pensé y creo que a lo mejor no iban al mismo lado. —me mira de reojo, como si esperara mi reacción.

Solté una risa y lo miré directamente al darme cuenta de que es inocente a todo cargo judicial.

No es mi novio, digo, ¿No viste lo que me hizo?

No lo vi bien, pero no importa ¿A dónde quieres ir? —pregunta más confiado.

A la universidad Chensungfith y para que lo tengas claro, es mi primo. —abro la botella de agua, tomo un sorbo y recuerdo lo cansado y sediento que estaba. También asustado recuerdo que venía todo sudoroso, disimuladamente me huelo y me alegro de no oler mal. Benditos sean los desodorantes.— ¿Cómo te llamas?

Dong Sicheng, pero dime Winwin, y te alegrará saber que ya llegamos.

Miro hacia adelante y es verdad, llegamos. Tomó mis cosas, me volteo a verlo y le sonrío.

Un gusto Winwin. —me bajó y me arreglo la ropa para seguir caminando.

Ya dentro de la universidad, camino por los pasillos vacíos y... ¿Vacíos? Mierda, llegué atrasado y milagrosamente nadie me ha visto aún.

Paso por afuera de mi primera clase que sería Filosofía, mi amigos me ven, se paran inmediatamente y salen como si nada, ¿Qué está pasando? ¿Dónde está el profesor?

Me abrazan y me besan por todos lados.

Creíamos que te habían asesinado. —dice Jungwoo, que fue el primero en separarse, se arregló su cabello y vuelve a abrazarme.

Estresado de tanto amor, los separo sin ser tan bruto y les sonrío de la manera más relajada posible.

Estoy bien, solo me atrasé un poquito, —sacó un cereal bar de mi mochila y lo divido en cuatro partes iguales, uno para cada uno.— ¿Dónde está el viejo?

Se rieron, pero se detuvieron y abrieron los ojos asustados.

Me volteo lentamente y típico, estaba el profesor atrás mío.

A dirección. —dice sonriendo sínicamente, luego mira a los otros y ellos entran corriendo. Los amiguitos que me gasto.

Día de mierda, ni una cosa ha salido bien, excepto por Winwin que fue como un héroe, me arrepiento de no pedirle el número.

La oficina de dirección no está muy lejos. Así que llegué rápidamente. Ya no me importaba que me retaran más, así que no golpee. Cuando abro, hay un chico desatornillando las ruedas de la silla en donde debería estar el director. ¿Qué pasa que nadie está en donde debería estar?

Carraspeo y él se endereza. Acto seguido levanta las manos y se da media vuelta para mirarme. Cuando me ve, baja aliviado las manos.

Me asustaste. —camina hacía mí, mirándome de pies a cabeza sin inmutarse.

¿Qué tanto miras? No deberías estar aquí. —me cruzó de brazos tratando de parecer enojado.

Ni tú deberías, a no ser que te hayan mandado para acá porque se portó mal, —me toma la mejilla como las abuelas a sus nietos. Quito su mano de un golpe, pero su sonrisa petulante sigue ahí.— ¿Qué te hace pensar que no soy el que repara cosas?

Tu ropa no parece como que... —se escuchan voces provenientes de afuera, el me toma de los hombros y me empuja a una puerta que estaba paralela a la principal.

Cierra la puerta y seguido se escucha como abren la otra puerta. Se escucha la voz del director y de otra persona que no conozco.

Suéltame, enfermo. —me suelto de su agarre y me sobo donde él me había apretado.

Camino hacia la puerta de lo que parece ser un "armario" pero el de reparaciones me toma de los brazos y me pega a la pared.

Cállate, —susurra y mira a todos lados desesperado, como si buscara una salida. Se decepciona al no encontrar ninguna y vuelve su mirada a mí.— no me mires así que me pones nervioso.

¿Así cómo? ¿Asqueado? —ni en un millón de años admitiría que me gusta ésta sensación de tenerlo a centímetros de mi boca, en absoluto.

Asustado, sólo esperemos a que se vayan y saldremos. —ver como se movían esos labios en una sincronía hipnotizante no hacía más que ponerme más nervioso.

Las voces se detuvieron y los pasos se sentían cada vez más cerca y...

Deje de pensar bruscamente al darme cuenta que el tipo había juntado sus labios con los míos y me besaba, bajó sus manos a mi cintura y yo saciando mi repentina calentura, le seguí el beso.

Sumido en el beso, no me había dado cuenta de que nos estaban observando.

c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora