🌹║17

690 110 13
                                    

Vaya, ¿Con esa boca come usted, jovencito?

Subí lentamente la cabeza, un hombre con aspecto maduro y bien vestido de traje negro me miraba sonriente.

Si no fuera porque estaba sentado en la vereda, me hubiera caído de bruces al suelo por la impresión.

Soltó una carcajada, mostrando sus blancos y perfectos dientes. Estiró una mano hacia mí, mirándome risueño desde arriba.

La acepté y lo dejé pararme. Volver a tocar su mano me resultó familiar y reconfortante. Como no podría serlo si era la mano del mismísimo John Seo.

Apenas estuve de pie, llevó sus brazos a mis lados y me dio un abrazo. El aroma de su perfume inundó mis fosas nasales y no pude evitar recordar viejos tiempos. Le devolví el abrazo y comencé a reír torpemente.

¿Cuándo...

¿Cuándo llegué? —termino la frase por mi, me tomó por los hombros y me apartó cuidadosamente de él y me miró directamente, con una seguridad que estoy seguro que antes no tenía.— No sé si lo sabes, pero a unas cuadras más allá hay un aeropuerto. Llegué hace como una hora.

Miré al suelo y a todos lados, pero no había señal de que hubiera venido con algo, o alguien. ¿Y sus maletas?

¿Qué pasa? Viniste así a la vida o qué ya que no traes nada.

Comenzó a reír y no pude evitar contagiarme. Su risa había cambiado, de alguna manera era más adulta, más firme y seria. Aunque eso no quiere decir que deje de ser propia de él.

Solté un quejido por apoyar levemente mi tobillo y la expresión cómica de Johnny cambió a una de preocupación.

¿Ten? ¿Estás bien? —inclinó su rostro y me examinaba a ver si tenía una llaga abierta en la que brotara sangre o por si es que un psicópata me apuñalaba por la espalda. O quizás sólo estoy imaginando cosas.

Sabes lo torpe que soy, mira. —apunté mi pie.— Apenas salí de mi casa y ya me esguince el tobillo.

Miró la parte afectada y sonrió despreocupado.

Se pondrá bien, nunca he escuchado de alguien que muera por una esguince.

Aún así no me gustaría estar cojo de por vida. —insistí mirando a ambos lados de la calle buscando un taxi.

¿Qué buscas? —me preguntó curioso, siguiendo mi mirada.

Un taxi. —si no fuera porque no lo veo hace años, lo hubiera insultado por tal estupidez de pregunta.— A no ser que me quieras llevar a caballito.

Hizo un intento de crear una sonrisa de malicia pero no le resultó, pero aún así la mueca que logró no me gustó nada. Y por eso es que la gente te pasa a llevar Ten, tú y tus ocurrencias estúpidas.

Con unos movimientos torpes, logró colocarme a horcajadas en su espalda. No puse resistencia alguna. ¿De qué me servía? Si de todas maneras no puedo dar una patada sin querer sacarme los ojos por haberlo hecho.

¿Haz hecho ejercicio? —pregunté entre quejidos, su rápido caminar hacía que mi pie se moviera mucho, es una tortura.

La verdad es que no, —confesó el alto.— pero comencé una dieta. Quise dejarla, pero una molesta pulga en mi oído me vigilaba día y noche.

Ahh.

La verdad es que si estaba más cambiado, sin obviar los muy pocos insultos que dice ahora, como que se le ve más esbelto, más seguro de sí y se notaba en su caminar. Seguía siendo tímido pero lo podía afirmar porque lo conozco, pero a simple vista se ve como un empresario que al verte no dudaría en darte dinero porque le sobran.

c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora