🌹║Epílogo

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Ten

Se alzó el viento y éste se llevaba el humo de mi cigarro lejos del lugar. No estaba totalmente seguro de qué tan correcto sea fumar en un cementerio, pero si no lo hacía de seguro perdería los estribos por tercera vez en la mañana.

Entrecerré los ojos y una avalancha de imágenes pasó rauda por el interior de mis párpados: siendo mutilado por Johnny, Sunhee siendo asesinada frente a mis narices, Taeyong dejando ciego a Johnny, Yuta recibiendo un disparo por Taeyong. Y otros recuerdos, más sombríos, si es que se podía.

Ya había sido atendido por un psiquiatra, hasta tenía que ir tres veces por semana durante, por lo menos, un año.

Según el médico, lo que Johnny había hecho con mi piel fue algo totalmente insano e inapropiado, pero que había sido un trabajo perfecto, algo de lo que no tenía que preocuparme más que usar el doble de bloqueador de lo usual.

Esperaba seguir allí, de la mano con Taeyong, por un poco más del medio día, contemplando la última lápida que quedaba por visitar.

Habían sido demasiados asesinatos.

¿Era correcto que hazañas así deban pasarse por alto?

Daba igual lo que pensara yo o quien fuera, la justicia lo había declarado como "inestable" y en vez de verlo desvanecer tras las rejas, lo vería postrado en una cama a base de electroshock y pastillas.

Irónico.

Oigan.

Alcé la vista. Yuta estaba junto a nosotros, observándonos con atención; era una silueta negra esbozada por el sol. Llevaba un traje negro de funeral con una corbata roja que hacía juego con su cabello, como siempre destacaba en su buen gusto.

Quería agradecerles por todo, en serio. —dijo.— Gracias.

Taeyong lo miró de soslayo.

¿Y eso por qué?

Porque... —se detuvo a pensar y terminó por encogerse de hombros.— La verdad es que no sé porque lo dije. Ustedes deberían agradecerme; les salvé la vida.

Nadie dijo nada a eso, era cierto de todas maneras.

Sólo quería quitarles esa seriedad, par de enamorados. —dio una palmada en el hombro de Taeyong, fue un gesto tan paternal que casi sonreí.— Vamos.

Yuta se arrastró en su nueva silla de ruedas y nosotros lo seguimos hasta la salida.

Quizás de verdad esta fue la mejor manera de terminar las cosas.

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Yuta tuvo que llamar dos veces a la puerta de la nueva casa que se había comprado antes de oír las rápidas pisadas que se apresuraban a responder; el corazón me dió un vuelco, y luego se tranquilizó cuando la puerta se abrió y Winwin apareció en el umbral, mirándolo con sorpresa.

¿Olvidaste las llaves?

No, solo me gusta ver tu respiración acelerada. —le respondió con una sonrisa lasciva.

Éste rodó los ojos y se hizo a un lado, invitándonos a pasar. Luego salió y arrastró la silla con Yuta hacia el living.

¡Cuidado, Paul Walker! —exclamó el pelirrojo.— ¿Quieres terminar lo que no pudo Johnny?

c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora