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Ten

Antes de que tuviera oportunidad de preocuparme por la lluvia que se había pronosticado hace una hora, un rayo de sol me llegó directamente en los ojos.

Pestañeé varias veces hasta acostumbrarme a la inesperada luminosidad.

Pesa la vieja.

Miré a Winwin por el rabillo del ojo, miraba con el ceño fruncido al suelo y había estado despotricando sobre la mala atención desde que salimos del hospital.

Servicio público ¿Qué esperabas? —mi voz sonaba exhausta. Todo este problema del tobillo y para más que haya ido cojeando hacia todos lados sin que nadie me brindará una muleta. Todo eso es simplemente agotador.

Cuidado que terminamos las escaleras y ahora hay piso liso. advirtió reafirmando su agarre en mi cintura.

Quien nos viera pensaría que somos pareja. —agregué con un suspiro.

Sonrió y me beso en la mejilla. Si no fuera por Sicheng, estaría literalmente sin amigos; mis amigos de universidad se fueron al extranjero hace cuatro años y no han vuelto. El único que quedó fue Xiaojun, pero nos hemos distanciado.

Irónicamente, vivimos juntos.

A pesar de que había salido el sol, no calentaba nada. Solo estaba de adorno.

Llegando a la vereda, había harta gente reclamando y disipándose. Entre algunas de las que decían era: "Aguafiestas" y "Pelirrojo te doy un hijo".

Me reí ante la mención de pelirrojo y no pude evitar recordar a Yuta. La verdad es que era una de las pocas personas que conozco que parecían haber sido pinceleados por los mismos dioses.

Nunca supe si al final era gay o no; era muy bello para serlo. Otra gran perdida para las hetero.

Pero una buena para Winwin.

Yuta. —soltó Winwin en un susurro.

Alcé una ceja inquisitivo. ¿Me habrá leído la mente?

Se detuvo bruscamente y casi pierdo el equilibrio. Di un suave codazo en sus costillas pero siguió inmóvil.

Genial, ahora tendré que lidiar con una estatua.

Levanté la mirada a su cara. Todo el color le había desaparecido del rostro, y se había quedado blanco como la cal. Estaba mirando fijamente hacia el frente y supuse que sería Kun.

Seguí su mirada y no podía estar más equivocado.

A unos dos metros, habían tres personas. Un sujeto que ya conocía, de tez blanca y pelo escarlata que nos miraba con afán, unas pestañas largas y espesas que bordeaban sus ojos cafés. Su cabello estaba más largo de lo que recuerdo pero seguía con el mismo look como si acabara de terminar el mejor sexo de su vida.

A su lado, una mujer, no más alta que yo, tenía el cabello color avellana y unas ondas uniformes en las puntas. Era menuda y de rasgos delicados. Su mirada era dulce y verdosa, y estaba fijada en mi de manera curiosa.

Me hubiera caído bien si no fuera porque agarraba la mano de Taeyong, quien descaramente se limitaba a mirarme atónito.

Bien... —Yuta arrastró la palabra en un ronroneo.— me encantaría quedarme aquí durante todo el día observándonos y admirando nuestros cambios, pero creo que me aburre el silencio. Por favor tengan sexo o hagan lo que sea que hace la gente en reencuentros.

c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora