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Taeyong

Sunhee caminó hacia la puerta y salió por esta, dando un gran portazo. A pesar de que había escuchado todo no entendí nada, quizás porque ambos son de la PDI y hablan en claves o porque soy muy tonto.

Yuta, por detrás de los pasos de la Sun, salió de la habitación y se plantó frente a mi, llevando la cabeza alta, como si tuviera la necesidad de reafirmarse a si mismo como impenetrable, y lo era pero no entendía que sacaba con demostrármelo a mi.

Al principio me sentí aliviado de que no fuera la gran cosa y que sólo era un problemita que no era algo más sino que para reírse. Pero podía ver que le había afectado, pero no sé a qué nivel.

¿Puedo preguntar? —pregunté.

No te molestes. —dijo y se dirigió a la escalera con unas bolsas que no había visto que las tuviera antes.

Winwin se fue, por si subías a verlo. —le grité antes de que subiera totalmente las escaleras.

Se detuvo, pero no me miró. Murmuro:

¿Lo viste salir? ¿Te lo encontraste?

Tuve que decirle la verdad.

Pues, sí. Salió de aquí no hace ni un minuto...

¿En qué dirección?

Señale unas calle y el gritó un improperio al aire. Bajó al primer piso y dejó las bolsas sobre mi regazo para luego sentarse a mi lado.

¿Por qué lo dejaste ir? Había comprado cositas para que tomáramos desayuno los cuatro.

Con la cuchara de mi café abrí la bolsa, habían pastelitos y dos cajas de leche chocolatada.

¿Los cuatro?

Los tres.

¿Los tres?

¡Bueno ya! —exclamó y sonrió de lado.— Los dos.

Que eres chistoso. —dije riendo, saqué una leche y la abrí.— Bueno, vas a tener que compartir conmigo, quizás no te guste yo pero tengo un amiguito grande y venoso, ¿Sirve?

El pelirrojo soltó una carcajada y sacó la otra leche.

Me gusta tu propuesta, ¿Quieres practicar besitos como en los viejos tiempos?

Ya pasaste la raya.

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Sunhee

Observa, analiza y medita la situación.

Solía creer eso, pero ahora todo se había vuelto tan confuso, todo depende de la perspectiva o si es algo de abstracto u objetivo, nada era preciso, o lo era en exactitud.

No me servía de nada esta creencia con Yuta, el era tan impredecible, por mucho que analizara o meditara sus acciones, no siempre eran lo que parecían.

Mi primer pensamiento al descubrir que Yuta era así, o mejor dicho, mi primer impulso fue alejarme con el mayor cuidado que tuviera. Pero no lo hice, al contrario, nos asignaron muchos trabajos juntos y eso no hizo más que interesarme.

Poco después, comenzamos a ser pareja, adentrándose mucho más a mi vida, conociéndolo aún más. Aún así nunca puedo adivinar que piensa o como se siente.

c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora