c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻

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—En serio opino que deberías quedarte, podría traerte los apuntes.

Su preocupación era palpable, pero ya estoy harto de estar encerrado. Me puse la mochila al hombro y le dedique una sonrisa.

—No estoy enfermo. —aclaré.— Aparte, me hará bien ver más gente aparte de ti.

—¿Ya te aburriste de mi compañía? —dijo esbozando una sonrisa, dejando de lado un poco la preocupación.

Desde que vi a Taeyong en aquella ocasión en la que Johnny lo amenazó con una navaja, he estado con Winwin, quién se ha encargado de que no use mucho la cabeza ni el cuerpo, dejándome en cama y decidiendo por mi, dice que es una especie de 'post-trauma' por la muerte del... bueno, mi primo. Han sido casi cuatro días y ya empieza a cansarme.

—Tengo que ir, he perdido tantas clases que de solo pensarlo de da depre... —me detengo bruscamente y buscó un reemplazante más sutil.— digo, me da flojera.

Entrecierra los ojos examinándome pero termina por suspirar resignado.

—Ya bueno, pero cualquier cosa me mandas una carta.

—¿Quién usa esas cosas en este tiempo? —pregunto con gracia.

—Ya bueno, un sms o lo que usen ahora. —dijo restándole importancia con un gesto.

—Oye, si el mayor aquí soy yo. —digo.— Ya vamos que se hace tarde. —caminamos a la salida y espero pacientemente a que quite el seguro de la reja y me percato de algo que no lo había hecho en estos últimos días.— ¿Aún no te devuelve el gorro? Te ves raro sin él.

A pesar de que estaba dándome la espalda, noté que se tensaba por la posición de sus hombros. Lancé una carcajada para alivianar el ambiente pero el guardó silencio y se subió al auto con la misma incomodidad.

—¿Sabes que no lo volverás a ver verdad? —pregunte obvio.

—Ya lo di por perdido desde que lo tocó. —dijo repentinamente sin ánimo.

—¿Qué? —me río sonoramente y él me mira confundido.— Me refiero al pelirrojo, Yuta. No lo volverás a ver, Taeyong es inocente por lo que deben de haberlo soltado de su "guardaespaldas". Ya, córrete. Yo voy a manejar. —me bajé del auto y camine hacia la puerta, lo miraba impaciente a través de la ventana, esperando a que se pasara al copiloto. Con la misma cara de aflicción, cedió y cambió de asiento.

Abrí la puerta y me instalé al volante, ahora la cosa esta en recordar como manejar.

Sonó el teléfono de Winwin, y por un instante me sentí aliviado al pensar, que algo, lo que fuera, despejara la mente del alto. Pero luego pensé, quizás es Kun y mi esperanza se fue por la borda. Aunque, algún día tendrían que conversar, no pueden evitar los problemas por siempre.

—¿Sí? —la voz de Winwin sonaba ansiosa, y soprendentemente alegre a pesar de estar tan deprimido anteriormente.

Guardó silencio, escuchando lo que le decían por el otro lado hasta que Winwin me miró con cara de "¿Qué estás esperando?".

Mecí la cabeza, tratando de concentrarme en recordar como manejar. Una vez mi padre intentó enseñarme pero soy muy torpe para esas cosas, se aburrió y me dijo que me contratara un profesor. Por eso es que Renjun me llevaba a todos lados.

Ojalá que verlo manejar estos dos años sirvan de algo.

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