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Kun

Podría estar mirando como esos tipos golpeaban a Winwin durante todo el día, odiándome por no tener el valor de enfrentarlos y rescatar al pobre Sicheng.

Pero por mucho que quiera ocultarme y sentirme miserable, Sunhee no me dejaría, esta es una muy buena oportunidad de demostrarle a Winwin de que yo soy mejor que él.

Después de que colgara la llamada, se guardó el celular en un bolsillo de su blazer y me miró entusiasmada.

Ya me deshice de Yuta, —miró a Winwin a través del cristal y luego a mi.— vaya suerte la nuestra de que se haya encontrado en problemas justo fuera del local donde desayunábamos. —dijo con una pequeña sonrisa. De verdad que había sido una coincidencia, y si lo piensas bien, es bastante cómico.

Por lo menos para mí.

Bien, creo que no es necesario que te diga que tienes que hacer, pero lo haré de todas formas.

Sólo tengo que ir ahí, tomar a Sicheng y huir.

¿Y dejar botado a Ten? —preguntó incrédula.

Me encogí de hombros.

Me seguirá, supongo.

¿Y si lo atrapan?

Bueno... algo se le ocurrirá, es inteligente.

Todo lo contrario a ti, me queda claro. —resopló estresada.— De todas maneras estaré ahí por sí algo sale mal.

Fruncí el ceño ante el insulto y antes de que pudiera protestar, su teléfono comenzó a sonar.

¿Quién cresta molesta ahora?

Se dio al vuelta y se cubrió la mano del celular con el cabello, dando una ilusión de privacidad.

Mientras esperaba a que volviera, miré la escena de Winwin. Me molestaba ver como lo intimidaban, pero veía difícil que yo pudiera hacer algo al respecto; soy muy cobarde en ese aspecto, lo tengo claro. Pero quizás los pueda ahuyentar.

Mejor no arriesgarme. Me limitaré a tomar a Sicheng e irme, que la Sunhee se encargue del resto.

Ya.

Sunhee volvió a reunirse conmigo, pero ahora su rostro lucía levemente fastidiado.

Yo ahora tengo que ir a atender una emergencia, lo más probable es que Yuta esté allá así que podemos estar seguros de que no intervendrá. —al ver mi cara de espanto se apresuró a decir.— Pero mírate, te vez fuerte, aunque sean sólo de aire tus músculos de algo servirán.

Pero Sunhee...

Ya sé. —dio una patada a una mesa cercana, enfurecida y puteándolo todo.— Yo debía respaldarte y estar ahí por la mierda. Si hoy en mi día libre.

Ya cálmate, estás asustando a la gente. —la tomé del brazo y salimos del local. Mire a todos lados por si alguien nos veía y le dije:— Anda tranquila, hablas con el Kuncito...

Eso no me tranquiliza en lo absoluto

Tengo claro que hacer, —le interrumpí.— hasta de Chittaphon me voy a ocupar.

Dudó unos segundos, pero finalmente se despidió de mi y se fue corriendo por a través de la gente.

Y ahora es cuando me quedo totalmente sólo y sin una puta idea de que hacer. Quizás deba llegar con una patada voladora como el pelirrojo... no. Kun, se realista; no puedes hacer algo como eso.

c a s i│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora