«Capitulo 1»

5.8K 400 32
                                    

~

Caminaba lentamente por los pasillos de la base, maldiciendo por tener que caminar tanto cuando era incómodo y doloroso. Iba sumida en sus pensamientos cuando topó de bruces con un pecho masculino, que a decir verdad olía muy bien; Esa era la fragancia característica de Rogers.

—Hey Nat, ¿estás bien?.

—Cólicos. Es normal— Dijo intentando sonar normal— ahora muévete y déjame pasar.

Rogers la vió sorprendido, usualmente Natasha era dura, pero esta vez estaba extraña. Rápido se movió despejando el camino antes de que su enojo creciera más. Ya luego hablaría con ella.

Cuando por fin la rusa estuvo en la privacidad de su habitación, se dejó caer suavemente en la orilla de su cama y acercó su maleta de mano para sacar su medicación y colocarla en la mesilla de noche, así tendría mejor acceso a sus píldoras.

Se deshizo de sus zapatos y de la ropa hasta quedar solo en ropa interior. No había comido nada desde la noche anterior y su estómago comenzaba a resentirlo, pero su dolor era más, por lo que tomó un par de analgésicos y se recostó para dormir un par de horas.

Caminaba por un largo pasillo, las paredes lucían lúgubres y medio destruidas, pero algo le decía que siguiera y siguiera, lo que había ido a buscar estaba muy cerca. No podía echarse para atrás después de tanto intentarlo.

Llegó hasta una puerta que le costó abrir, pero cuando estuvo dentro, solo vió un cunero en el centro de la sala. Se acercó cautelosamente y observó un pequeño bebé que dormía pacíficamente. Unos finos cabellos rubios cubrían su cabeza y sus manitas estaban cerradas en puños a sus costados. Vió su pecho subir y bajar rítmicamente y en el momento en que quiso tocarlo, todo se desvaneció.

Despertó al escuchar cómo alguien llamaba a su puerta.

—En un momento salgo— Rápidamente se puso el pantalón de pijama que guardaba bajo su almohada. La blusa interior que usaba cubría lo suficiente, así que no se puso más encima.

Cuando abrió la puerta, la sorprendió la imagen que estaba ante sus ojos. Era Steve, cargando una bandeja en sus manos y otras cosas más debajo del brazo.

—¿Puedo pasar?— preguntó tímidamente.

—Si, adelante— se movió un poco para que pudiera adentrarse en su habitación.

—No bajaste a comer y creo que tampoco a cenar... así que te traje algo para comer, oh y esto— le entregó a una muy sorprendida Natasha, una bolsa de agua caliente— Puedes recostarte, se pone sobre el vientre. Yo te acercaré la bandeja para que puedas comer.

Ella que nunca había recibido ninguna muestra de afecto, que no fuera de parte de Clint y su familia, se sintió conmovida e hizo lo que Steve le mandó, se recostó, colocó la bolsa de agua sobre su vientre y al final las sábanas. Él se inclinó un poco para acomodar la bandeja sobre sus piernas, asegurando los laterales para que se sostuviera sobre la cama.

—Gracias Steve, te agradezco esto.

El rubio sonrió y después de ver qué sobraba en el lugar, se despidió, dando espacio a su compañera para comer y descansar como era evidente necesitaba.

~

IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora