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MAYO
El segundo mes de gestación estaba causando graves estragos en la pelirroja. Todas las noches se despertaba muy agitada después de tener sueños muy inusuales con cierto rubio tocándola en lugares prohibidos. No sabía cómo calmar sus locas hormonas y estaba a punto de perder la razón.
Y sumando que ese Mayo era mas caluroso que otros años, entre el calor, las hormonas y los bochornos, se había pasado los últimos días en la ropa más pequeña que pudo encontrar. Al principio todos estaban conmocionados al verla casi en paños menores, pero con el tiempo se acostumbraron a ver más piel de lo normal.
Una mañana de domingo se reunieron para hacer una barbacoa en el área de la piscina exterior. Antes de empezar con el asador, los chicos organizaron una partida de americano, cabía decir que si Natasha no era fanática de los deportes, en ese momento se había convertido en una. Todos sus compañeros estaban jugando sin camisa, corriendo, golpeándose, liberando testosterona al por mayor y ella estaba tan pero taaaan acalorada...
Luego dirigió la vista a Rogers ¡madre mía! Pensó relamiéndose los labios, con la boca seca de sólo imaginarse lo que esas manos que atrapaban y lanzaban con fuerza el balón podían hacerle. Vió su cuerpo detenidamente y deseó ser una gota de sudor para recorrerlo desde su cuello hasta el inicio de sus shorts para nadar. Lo maldijo por estar tan jodidamente bueno y no poder darle un mordisco para saciar su hambre.
—¡Natasha Romanoff!— Gritó Wanda escandalizada.
—¿Qué?— Le preguntó distraída, viendo al sujeto de sus más recientes antojos— Espera... ¿Estas viendo lo que..? ¡Salte, Salte!.
Wanda seguía en shock, recordando lo que había visto cuando sin querer vio dentro de Nat. Claro que el Capitán era demasiado atractivo, no era exactamente su tipo, pero en definitivo si debería ser la fantasía de miles y miles de mujeres, como de su compañera.
—No era mi intención— Se disculpó Wanda con las mejillas coloradas. Se puso sus gafas de sol y se recostó en el camastro para tomar un poco de color e ignorar el momento incómodo.
Natasha se levantó algo disgustada por la intromisión y se quitó el vestido dejándolo sobre su asiento. Necesitaba agua fría, muy fría...
Tomó el bloqueador de su bolso y comenzó a frotarse por todo el cuerpo, desde el cuello hasta sus pantorrillas.
Todos los chicos se quedaron congelados al ver cómo nunca a Nat en bañador. Usaba un bikini blanco de dos piezas que dejaba poco o nada a la imaginación. Definitivamente el embarazo le estaba haciendo mucho bien a sus curvas que lucían aún más acentuadas. Y verla poniéndose crema bloqueadora de forma tan sexy, los hizo tragar en seco y detenerse para ver mejor el espectáculo.
El primero en reaccionar fue Tony, que lanzó el balón a la cabeza de Steve.
—¡Cuidado con la baba!— le dijo y salió corriendo al lado opuesto, para evitar que lo atacara de regreso. Steve ni se inmutó, solo siguió corriendo sin saber a dónde iba o que tenía que hacer o dónde rayos estaba.
Pepper, Morgan y Hope pasaban el rato en la orilla de la alberca enseñando a la pequeña stark a nadar. Natasha se acercó a ellas y estuvo por un momento solo viendo las lecciones de nado, hasta que decidió preguntar a Pepper sus dudas... ella tenía más experiencia en esos temas, así que esperaba pudiera ayudarle.
—Pepper.. ¿podríamos hablar un momento en privado?—le preguntó Natasha incómoda, acercándose al grupo.
—Morgan puede quedarse conmigo, ve— Hope sostuvo a la pequeña en su cadera.
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Incondicional
Romance❋❋❋COMPLETA❋❋❋ Cuando los 40 tocaban a la puerta de Natasha Romanoff, supo que era el momento para ser madre... y su mejor amigo estaba dispuesto a ayudarle, incluso en el primer paso del proceso: Crear a la criatura.