«Capitulo 14»

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Steve dormía en la mecedora de la habitación de los trillizos, con Lily sobre su pecho. Para Natasha no había nada más bello que verlo tan entregado a su rol de papá.

Se levantó de la cama al sentir el vacío a su lado, él se había levantado a alimentar a los niños cuando era el turno de ella. Seguramente prefirió dejarla descansar un par de horas más.

Se acercó al oído del rubio para despertarlo y enviarlo a dormir a la cama. Apenas eran las cinco de la mañana y merecía descansar antes de empezar con el día atareado que les esperaba.

—Steve...—le llamó suavemente sin obtener respuesta, así que le besó la mejilla y volvió a intentarlo— Cariño, ven a la cama...

—Me gusta cuando me llamas Cariño— murmuró despertándose.

Natasha tomó a la pequeña entre sus brazos para darle un beso en la frente y recostarla junto a sus hermanos que estaban plácidamente dormidos. Parecía que la niña conocía exactamente su lugar, pues se acomodó para abrazar a su mellizo.

Steve se levantó para ir a la habitación, pero al ver que Nat no le seguía, regresó por ella.

—¿No vienes?— le preguntó tallando sus ojos.

—Duerme tú, creo que comenzaré a preparar lo que necesitaremos para esta noche.

—Es muy temprano, ven conmigo... más tarde te ayudaré con lo que me pidas, nos quedan al menos un par de horas de descanso.

—Mmm, está bien... no me molesta estar otras dos horas abrazada a tu pecho, por lo que veo es relajante para todas las chicas en esta casa— Nat rió y trepó a la cama para acurrucarse con el rubio.

El la abrazó y colocó su barbilla sobre el cabello de la pelirroja. Pasarían algunas horas antes de que el sol saliera y volvieran a sus actividades del día.

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A las 7:30 exactamente escucharon unos suaves berridos provenientes de la habitación contigua. Los trillizos estaban listos para iniciar el día y tomar sus cuatro onzas correspondientes de leche.

—No hay mejor despertador que tres críos pidiendo mimos y comida— dijo Natasha estirándose y colocándose la bata de su pijama para ir a la habitación de los niños, seguida de Steve.

—Ire a calentar la leche que guardaste en el refrigerador, en un momento vuelvo... espero que no comiencen a devorarse unos a otros mientras tanto.

Alimentar a tres criaturas con leche materna había sido todo un reto los primeros días, hasta que ambos investigaron un poco en paginas y libros para padres primerizos además de conversar con el pediatra. Por lo que organizaron sus horarios intercalando las tomas una de leche materna y otra de fórmula... aunque dudaba que ese trío de niños requirieran los beneficios de la leche materna, con el suero de sus padres corriendo por sus venas. Pero aún así le gustaba tomarse el tiempo para tener el vínculo con sus hijos.

Meció a los niños y comenzó a hablarles para calmarlos un poco. Parecía que funcionaba pues los tres la veían atentamente y dejaron de llorar.

—Ya viene papá con sus mamilas, aguarden un poco... hoy será un día agitado pero todos pondremos de nuestra parte para recibir a sus futuros padrinos ¿bien? Yo se que me entienden, no se como, pero lo sé... son unos buenos bebés ¿cierto?— Nat se maravillaba cada día más al ver a sus hijos creciendo y desarrollándose tan rápido. No había nada que alegrara más su día que verlos sonreír y escuchar sus suaves risitas llenar la habitación.

IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora